Callejón Sin Salida

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Danielle camino de regreso entre los espacios abiertos del viejo edificio de ladrillo que pronto sería su pub y restaurante. Era difícil pensar que era suyo, pero ese era el caso.

Cuando salió el sol parecía más brillante que cuando había entrado. Sonrío, aun tratando de encontrarle sentido a todo en lo que se había convertido su vida. Pensó en Chloe de nuevo y tomó la decisión de llamarla en los próximos días. Todo lo demás iba tan bien en su vida, que podía intentar reparar la tensa relación con Chloe.

Se subió a su auto y se dirigió al otro bar de Sam, el bar en el cual él la había contratado para trabajar hace seis meses. Ella estaba tan distraída por la idea de irse con él el fin de semana que no se dio cuenta del coche estacionado a unos metros de distancia, que arrancó detrás de ella cuando salió.

Si lo hubiera notado, quizás hubiera reconocido al conductor, aunque no lo hubiera visto en mucho tiempo.

Sin embargo, ¿alguna hija alguna vez olvida cómo luce la cara de su padre?

CAPÍTULO CINCO

Cuando Chloe y Moulton llegaron a la oficina de García, el Director Johnson ya estaba allí esperándolos. Parecía que García y él habían estado revisando los archivos del caso. García tenía unos cuantos en su pantalla mientras que Johnson tenía una pequeña pila de copias impresas frente a él.

–Gracias por venir tan rápido –dijo Johnson –. Tenemos un caso en Virginia, un pequeño pueblo al otro lado de Fredericksburg, en un barrio acomodado. Y probablemente debería comenzar diciendo que la familia de la víctima tiene algunos amigos políticos muy poderosos. Por eso nos han llamado. Bueno, por eso y por el espantoso carácter de la muerte.

Mientras Chloe se sentaba en la pequeña mesa en la parte de atrás de la oficina de García, quiso hacer todo lo posible para no ser obvio al tratar de crear alguna distancia entre ella y Moulton. Ella sabía que probablemente estaba resplandeciente, radiante por cómo había pasado la noche y mañana. No estaba segura de cómo podría Johnson pudiera reaccionar ante cualquier tipo de relación entre ellos y honestamente no quería saberlo.

–¿A qué nos estamos enfrentando? –preguntó Chloe.

–Hace cuatro días, un esposo llegó a casa del trabajo y encontró a su esposa muerta –dijo García–. Pero fue más que eso. No sólo había sido asesinada, sino que fue brutalmente asesinada. Había múltiples heridas punzantes, dieciséis por el recuento del forense. La escena del crimen era un desastre… sangre por todas partes. No se parece a nada que la policía local haya visto jamás.

Deslizó hacia Chloe una carpeta con una mirada de advertencia. Chloe lo tomó y lo abrió lentamente. Miró dentro y sólo vio un destello de la foto de la escena del crimen, y la cerró con la misma rapidez. Basándose en lo que acababa de ver, parecía más un matadero que una escena del crimen.

–¿Quiénes son los amigos de la familia de la víctima? –preguntó Moulton –. Dijiste que alguien de la política, ¿verdad?

–Realmente preferiría no dar esa información –dijo Johnson–. No queremos que parezca que el FBI tiene favoritos cuando se trata de asuntos bipartidistas.

–¿Cuál es el nivel de participación de la policía local –preguntó Chloe.

–Han iniciado una cacería humana en todo el condado y han involucrado a la policía estatal –dijo García–. Pero se les pide que lo mantengan en secreto. La policía local está comprensiblemente molesta porque siente que estamos obstaculizando un caso que ya está fuera de su zona de comodidad. Así que necesito que vayan allí lo antes posible. Además… y por favor, escuchen atentamente; Pensé en ustedes dos por lo bien que han trabajado juntos en el pasado. Y agente Fine, parece que tiene un don para este tipo de crimen de pueblo pequeño y comunidad aislada. Sin embargo, si el caso y las fotos de la escena del crimen la hacen sentir incómoda, como si fuera demasiado para manejar en esta etapa de su carrera. No la juzgaré y no se volverá contra ti.

Chloe y Moulton se miraron y ella pudo ver que él estaba tan ansioso como ella por tomar el caso. No obstante, Moulton, incapaz de contenerse, echó un vistazo a lo que había dentro de la carpeta. Puso una mueca de dolor mientras miraba las pocas fotos de la escena del crimen y escaneaba el breve informe que se encontraba en el dorso. Luego volvió a mirar a Chloe y asintió con la cabeza.

–En lo que a mí respecta, estoy de acuerdo –dijo Chloe.

–Lo mismo digo –dijo Moulton–, y aprecio la oportunidad.

–Me alegra oírlo –dijo Johnson, poniéndose de pie–. Estoy emocionado por ver lo que ustedes dos pueden hacer. Ahora… será mejor que comiencen. Aún tienen que conducir.

***

Moulton estaba al volante del coche de la agencia, saliendo de la carretera y dirigiéndose hacia Virginia. Barnes Point estaba a sólo una hora y veinte minutos de distancia, pero la interestatal 495 hacía que cualquier lugar se sintiera como si estuviera del otro lado del planeta.

–¿Estás segura de esto? –le preguntó él.

–¿Sobre cuál parte?

–Trabajar juntos en un caso como este. Quiero decir… hace unas diez horas estábamos besándonos como un par de adolescentes lujuriosos. ¿Serás capaz mantener tus manos alejadas de mí mientras trabajamos?

–No te lo tomes a mal –dijo Chloe –, pero después de lo que vi en esa carpeta, hacer eso contigo otra vez es en lo que menos estoy pensando.

Moulton asintió. Se desvió hacia la siguiente salida, hizo un tramo recto y pisó el acelerador.

–Dejando todas las bromas a un lado… me gustó lo de anoche, incluso la parte antes de tu casa. Y me gustaría hacerlo de nuevo. Pero con este caso…

–Debemos ser estrictamente profesionales –ella terminó su frase.

–Exacto. Y con ese fin –dijo, sacando su iPad del centro hueco del tablero –descargue los archivos del caso mientras té empacabas.

–¿Tú no empacaste?

–Has visto mi bolso. Sí, he empacado. Pero soy muy rápido para hacerlo –la miró con una ligera sonrisa mientras decía esto, indicando qué quizás ella había tardado un poco más de lo que él esperaba–. Aunque no tuve oportunidad de echarle un vistazo.

–Ah, un poco de lectura ligera –dijo Chloe.

Ambos se rieron y cuando Moulton apoyó su mano en la rodilla de ella mientras leía el archivo, Chloe dudó de que pudieran mantener las cosas profesionales.

Revisó los archivos del caso, leyendo en voz alta las partes importantes para Moulton. Descubrieron que García y Johnson habían hecho un buen trabajo al resumirlo. El informe policial era bastante detallado, así como las fotos. Aún eran difíciles de mirar y Chloe podía entender a la policía local. Se imaginó que cualquier policía de un pueblo pequeño podía sentirse fuera de su elemento al enfrentarse a algo tan violento y sangriento.

Compartieron pensamientos y teorías, y para cuando pasaron un cartel que les decía que Barnes Point estaba a 20 kilómetros de distancia, Chloe había cambiado de opinión. Pensó que serían capaz de trabajar profesionalmente juntos. Había pasado las últimas semanas tan enfocada en su atracción física hacia él que casi había olvidado lo agudo e intuitivo que podía ser cuando se trataba de un caso.

Entonces se le ocurrió la idea de si podían hacer que funcionara, ella podía tener lo que casi todas las mujeres del planeta deseaban ; un hombre que la respetara como un igual laboral e intelectualmente, pero también en su dormitorio.

No ha pasado ni un día, dijo una voz en su cabeza. Era la voz de Danielle de nuevo. ¿De verdad ya estás delirando y soñando sobre esto? Jesús, se besaron durante algunas horas y ni siquiera te acostaste con él, apenas lo conoces y…

Pero Chloe eligió ahuyentar esos pensamientos.

Luego prestó atención al informe del forense. Contaba la misma historia que Johnson les había contado a ellos, pero con más detalles. Y fueron estos detalles en los que se centró. La sangre, la violencia, el potencial motivo político. Los leyó de nuevo, estudiando con gran concentración.

–Estoy pensando que esto no tiene nada que ver con la política –dijo–. No creo que el asesino estuviera muy preocupado por los poderosos amigos políticos que los Hilyards pudieran tener.

–Pareces muy convencida de esa afirmación –dijo Moulton–. Explícame, por favor.

–Lauren Hilyard fue apuñalada dieciséis veces. Y cada una de las heridas estaba centrada en el área del abdomen, y sólo una de ellas se encontraba en su seno izquierdo. El forense informó que las heridas eran irregulares y casi una encima de la otra, lo que indica que alguien hizo el movimiento de apuñalamiento uno detrás del otro. La nota que hay en los informes dice: como en una rabia ciega o en un frenesí. Si este fuera el acto de alguien con una motivación política probablemente habría algún tipo de mensaje u otro indicador.

–Muy bien–dijo Moulton–, estoy de acuerdo. No está motivado por la política.

–Eso fue fácil.

Se encogió de hombros y dijo:

–Estoy entendiendo que la gente en Washington piensa que todo tiene una motivación política. ¿Qué importa si los Hilyards conocen a alguien de una alta jerarquía en la escalera política. No a todo el mundo le importa.

–Me gusta como piensas –dijo–. Pero no sé si lo debemos descartar totalmente todavía.

Se estaban acercando a Barnes Point y el hecho de que se les había confiado un caso con posibles vínculos políticas no les era menor. Era una oportunidad increíble para ambos y ella tuvo que asegurarse que era en eso que estaba su atención por el momento. Por ahora, nada era más importante que eso, ni siquiera la aparición repentina de su padre desaparecido, ni la voz sin emoción de su terca hermana… ni siquiera un romance potencialmente perfecto con el hombre que estaba sentado a su lado.

 

Por ahora, sólo existía el caso y nada más que el caso. Y eso era más que suficiente para ella.

CAPÍTULO SEIS

Barnes Point era una ciudad tranquila pero bonita, con una población de nueve mil habitantes. La residencia de los Hilyard estaba situada justo afuera de los límites de la ciudad, en una subdivisión llamada Farmington Acres. El esposo de la víctima, Jerry Hilyard, aún no había podido regresar a su casa desde que descubrió el cuerpo de su esposa; al no tener familiares cercanos, lo habían invitado a quedarse en otro lugar del vecindario, con amigos cercanos.

–Creo que necesitaría alejarme mucho más que de unas pocas casas –dijo Moulton–. Quiero decir, ¿te imaginas por lo que está pasando este pobre hombre?

–Pero quizás también podría necesitar estar cerca de su casa –sugirió Chloe–.Cerca del lugar dónde él y su esposa habían compartido una vida juntos.

Moulton pareció considerar esto mientras conducía su coche de alquiler hacia la subdivisión, en la dirección que les había indicado la policía estatal mientras estaban en la ruta. Este era otro ejemplo de cómo Chloe estaba empezando a entender y respetar la fluidez con la que se trabajaba en la agencia. Era difícil imaginar que cualquier información que necesitara -direcciones, números de teléfono, historiales laborales, antecedentes penales- estuvieran disponibles a sólo una llamada o a un correo electrónico de distancia. Ella asumió que los agentes eventualmente se acostumbran a esto, pero por el momento, aún se sentía privilegiada de ser parte de tal sistema.

Llegaron a la dirección y se dirigieron hacia la puerta. El buzón de correo decía Lovingston y la casa era una copia de casi todas las otras casas del vecindario. Era el tipo de vecindario donde las casas están una encima de la otra, pero el ambiente era tranquilo, un buen lugar para que los niños pudieran aprender a andar en bicicleta y probablemente un montón de diversión durante Halloween y Navidad.

Chloe llamó a la puerta y fue atendida de inmediato por una mujer con un bebé en sus brazos.

–¿Es usted la Sra. Lovingston? –preguntó Chloe.

–Lo soy. Y ustedes deben ser los agentes del FBI. Recibimos una llamada de la policía hace un rato diciendo que ustedes estaban en camino.

–¿Jerry Hilyard sigue aquí? –preguntó Moulton.

Un hombre apareció detrás de la mujer, saliendo desde la habitación de la izquierda:

–Sí, todavía estoy aquí –dijo. Se unió a la Sra. Lovingston en la puerta y se apoyó en el marco de la puerta. Parecía absolutamente exhausto, aparentemente no había dormido bien desde que perdió a su esposa de manera brutal.

La Sra. Lovingston se volvió hacia él y lo miró de una forma que a Chloe le hizo pensar que el bebé en sus brazos podía esperar algunas miradas de desaprobación en el futuro.

–¿Seguro que puedes hacer esto? –le preguntó la mujer.

–Estoy bien Claire –dijo–, gracias.

Ella asintió, sostuvo a su bebé más cerca de su pecho y se dirigió a otra parte de la casa.

–Pueden pasar –dijo Jerry.

Los llevó a la misma habitación de dónde él había venido. Parecía una especie de estudio, decorada en su mayoría con libros y dos elegantes sillas. Jerry se dejó caer en una de las sillas como si sus huesos le estuvieran fallando.

–Sé que Claire puede parecer un poco inquieta sobre su presencia aquí –dijo Jerry–. Pero… ella y Lauren eran buenas amigas. Ella cree que necesito estar de luto… que es lo que estoy haciendo. Es sólo que…

Se detuvo allí y Chloe pudo ver como él luchaba con un torrente de emociones, tratando de sobrevivir a esta conversación sin desmoronarse ante ellos.

–Sr. Hilyard, soy la agente Fine y él es mi compañero, el agente Moulton. Me preguntaba si podría contarnos sobre los lazos políticos que pueda tener su familia.

–Jesús –dijo en un suspiro–. Es algo exagerado. La policía local armó un gran escándalo y se escandalizaron. Estoy bastante seguro de que por eso los llamaron, ¿verdad?

–¿Hay lazos políticos? –preguntó Moulton, ignorando la pregunta.

–El padre de Lauren solía ser muy buen amigo del Secretario de Defensa. Crecieron juntos, jugaban al fútbol juntos, todo eso. Todavía se juntan de vez en cuando a cazar patos, a pescar, cosas así.

–¿Lauren hablaba con el Secretario? –preguntó Chloe.

–No desde que nos casamos. Vino a nuestra boda. Recibimos una tarjeta de navidad de su familia. Pero eso es todo.

–¿Cree que lo que sucedió se debe a esta relación? –preguntó Moulton.

–Si lo fuera, no tengo ni idea de por qué. Lauren no estaba metida en política en absoluto. Creo que es la forma que tiene su padre de creer que es importante. Alguien mató a su hija, así que debe ser porque conoce a gente importante. Él es de ese tipo de imbéciles.

–¿Qué puede decirnos de los últimos días de la vida de Lauren? –preguntó Chloe.

–Ya le he dicho a la policía todo lo que sabía.

–Lo entendemos –dijo Moulton–. Y tenemos copias de todos sus informes. Pero para que podamos afianzarnos adecuadamente, quizás le hagamos algunas preguntas que lo hagan repetir algunas cosas.

–Muy bien, de acuerdo –dijo Jerry.

Chloe pensó que el hombre quizás no fuera totalmente consciente de lo que estaba sucediendo. Se veía increíblemente distante. Si ella no hubiera sabido por la situación traumática que estaba atravesando, podría haber asumido que estaba drogado.

–La primera pregunta puede parecer una tontería en función a lo que ha sucedido –dijo Chloe–, pero, ¿sabe de alguien que pudiera haber tenido una razón para estar molesto con su esposa?

Hizo una mueca y negó con la cabeza. Cuando habló, su voz tembló en una especie de bostezo eterno.

–No, Lauren estaba muy reservada estos días. Una introvertida. Se había vuelto aún peor últimamente… retrayéndose cada vez más, ¿sabes?

–¿Alguna idea de por qué era eso?

–Tuvo un pasado duro. Padres desquiciados y todo eso. Era una especie de bravucona en la secundaria. Supongo que así es como le dirían hoy en día. O tal vez una chica mala. Ella había estado haciendo las paces con esos errores últimamente. Creo que empeoró cuando recibió por correo la maldita invitación para la reunión de secundaria.

–¿Estaba ansiosa por ir? –preguntó Chloe.

–No estoy seguro. Creo que la entristeció… el pensar en las personas con las que había sido mala.

–¿Se graduaron juntos?

–Sí.

–¿Y fuiste con ella a la reunión?

–No, por Dios. Odio ese tipo de cosas. Posando y fingiendo que te cae bien la gente que odiabas en la secundaria. No. No participé.

–Dice que era introvertida –dijo Chloe–. ¿No tenía muchos amigos?

–Oh, tenía algunos. Claire era una de ellas. Y los amigos que tenía eran como de la familia para ella. Eran muy unidos.

–¿Has hablado con ellos desde que esto sucedió? –preguntó Moulton.

–Sólo con una. Ella llamó poco después para preguntarme si precisaba algo.

–¿Son estos los amigos que tal vez fueron a la reunión con ella?

–Sí. Claire también fue. Pero también es un poco introvertida. Creo que fue sólo por curiosidad.

–¿Tú y Lauren tienen hijos? –preguntó Chloe–. En un vecindario como este, me imaginé que habría al menos un niño en cada casa.

–Tenemos dos. Nuestra hija mayor, Victoria, tiene dieciocho años; acaba de empezar la universidad este año. Ella… bueno, eligió pasar este momento tan difícil con sus abuelos. Y como ella se fue con ellos, nuestro hijo pequeño, Carter, también quiso ir. Nunca he tenido la mejor relación con mis suegros, pero el que mis hijos estén con ellos ahora es una bendición. Me siento como un padre terrible, pero si mis hijos estuvieran aquí, me desmoronaría y creo que me haría pedazos.

–¿Tiene algún resentimiento por que sus hijos estén con sus abuelos ahora? –preguntó Moulton.

–Quiero que estén aquí conmigo… sólo para verlos. Pero soy un desastre. Y hasta que la casa esté en mejor estado… allí es donde tienen que estar.

–Ha dicho que su hija mayor eligió estar con ellos durante este momento –dijo Moulton–. ¿Por qué es eso?

–Ella no podía esperar a salir de nuestra casa. Tuvo una relación tensa con Lauren durante los últimos años. Cosas tóxicas de la relación madre e hija- Nuestra hija… estaba trayendo chicos a nuestra casa, entrando a hurtadillas durante la noche. Estaba haciendo esto desde los trece años. Tuvo su primer susto de un embarazo a los quince. Y si haces los cálculos… Lauren tenía treinta y siete. Tuvimos a nuestra hija cuando Lauren y yo teníamos diecinueve años.

Chloe se imaginaba que la tumultuosa situación familiar no hacía las cosas más fáciles para Jerry Hilyard. Ella creía que no había nada que valiera la pena investigar al respecto, aunque podría ser bueno poder hablar con la hija.

–Sr. Hilyard, ¿le importaría si echamos un vistazo a su casa? –preguntó ella.

–No hay problema. El comisario y algunos de sus hombres han entrado y salido varias veces. El código para entrar es dos-dos-dos-ocho.

–Gracias, Sr. Hilyard –dijo Moulton–. Por favor, contáctenos si se acuerdo de algo más. Por ahora, creo que hablaremos con la Sra. Lovingston para ver si tiene algún detalle para compartir.

–Le ha dicho a la policía todo lo que sabe. Creo que está empezando a irritarse.

–¿Qué hay de su marido? ¿Él conocía a su esposa? ¿Ustedes cuatro pasaban mucho tiempo juntos?

–No. El marido de Claire trabaja a menudo fuera de la ciudad. Lo llamé por FaceTime para asegurarme de que estuviera de acuerdo de que yo me quedara aquí. Y de todos modos, casi siempre eran Claire y Lauren. Tenían una reunión semanal en la que bebían vio en el porche, cambiando de casa cada semana.

Claire entró lentamente en la habitación, aparentemente después de haber puesto a dormir la siesta al bebe que había estado cargando.

–Y hacíamos las cosas predecibles que hacen las mujeres. Hablar de nuestros maridos, recordar el pasado. Yo le hablaba de los altibajos de tener un bebé. Y recientemente, hablábamos de lo que le estaba pasando con su hija.

–¿Qué puede decirnos sobre Lauren y lo que pudo haber llevado a alguien a hacer algo así? –preguntó Claire.

–Lauren tomó algunas decisiones durante la escuela secundaria con las que sus padres no estaban de acuerdo –contestó Claire–. Una vez que Lauren se graduó de la secundaria y tuvo a su hija… bueno, la universidad no era una opción.

–Estaban avergonzados –añadió Jerry–. Se enojaron y se mudaron a Nuevo Hampshire. Le llenan la cabeza a nuestra hija con mentiras brutales sobre Lauren siempre que pueden.

–Tratando de compensar sus errores y negligencia al criar a Lauren –dijo Claire–. Un par de imbéciles, la verdad.

Al sentir que la conversación se dirigía a una ronda de acusaciones, Chloe habló:

–Sra. Lovingston, ¿podría usted pensar en algún enemigo o relaciones tensas que Lauren pudiera haber tenido? –preguntó Chloe.

–Nada fuera de su familia. Y aunque son un par de idiotas, ciertamente no harían esto. Esto es… esto es deplorable.

Moulton metió la mano en su bolsillo interior y sacó una tarjeta de presentación. La dejó en la mesa de café y dio un paso atrás.

–Por favor… si a alguno de ustedes se les ocurre algo más, no duden en contactarnos.

Tanto Claire como Jerry sólo asistieron bruscamente. La conversación había sido breve, pero les había afectado. Chloe y Moulton salieron en un silencio incómodo.

Cuando estaban afuera, dirigiéndose al coche, Chloe se detuvo un momento en la acera. Miro hacia la calle, en dirección a la casa de Hilyard y vio que estaba fuera de su vista. Aun así, estaba empezando a estar de acuerdo con Moulton. Tal vez estaba demasiado cerca. Y si el dormitorio aún se parecía en algo a lo que había visto en las fotografías que Johnson le había mostrado, parecía casi morboso que Jerry se quedara tan cerca.

–¿Listo para ir a ver la casa? –preguntó Chloe.

–En realidad no –dijo Moulton, las imágenes que había visto en el archivo del caso todavía estaban claras en su mente–. Pero supongo que debemos empezar por algún lado.

Volvieron al coche y se dirigieron por donde habían venido. Inmediatamente, Chloe se decía a si misma que no podía ser tan malo como aparecía en las fotos, todo ese rojo carmesí entre las sábanas blancas.

 

***

Le tomó veinte segundos llegar a la casa de Hilyard. El hecho de que se pareciera tanto a la casa de Lovingston -y a las demás casas de la cuadra- era un detalle espeluznante para Chloe. Entraron por la puerta principal con el código que Hilyard les había dado y entraron en una casa absolutamente tranquila y silenciosa.

Sabiendo exactamente por qué estaban allí, no perdieron el tiempo y subieron directamente al piso de arriba. El dormitorio principal era fácil de descubrir, la habitación al final del pasillo. A través de la puerta abierta, Chloe ya podía ver salpicones rojos en la alfombra y las sábanas.

Sin embargo, se sintió aliviada al descubrir que la escena del crimen no se veía tal mal como se veía en las fotos que el Director Johnson les había mostrado. En primer lugar, el cuerpo había sido retirado. En segundo lugar, las manchas de sangre estaban hace más tiempo, lo que las hacía más pálidas.

Se dirigieron hacia la cama, con cuidado de no pisar ninguna salpicadura de sangre que quedaban. Podían ver las áreas de sangre en las que accidentalmente habrían pisado los forenses e investigadores. Chloe miró hacia el otro lado de la habitación, donde había un cómoda y había un pequeño televisor de pantalla plana montado a la pared. Probablemente estaba viendo la televisión cuando sucedió, tal vez purgando su mente de los recuerdos de la reunión de la escuela secundaria…

Chloe fue abajo y echó un vistazo. No veía señales de que la entrada haya sido forzada ni indicios de que algo hubiera sido robado. Miró alrededor de la sala de estar, la cocina y el dormitorio de huéspedes. Incluso salió a la terraza trasera para echar un vistazo. Había una pequeña mesa de patio en la esquina. Había un cenicero en el centro, bajo la sombrilla.

Chloe lazó un humm como sonido de curiosidad cuando vio lo que contenía el cenicero. No había colillas en el recipiente, sino algún otro tipo de ceniza y papel. Se inclinó sobre él y olfateo ligeramente. El aroma de la marihuana era inconfundible. Trato de juntar las piezas en su mente, tratando de descifrar si esto podía ser relevante de alguna forma.

Chloe se exaltó cuando sonó su teléfono. Moulton, salió a la terraza trasera para unirse a ella, vio su expresión de sorpresa momentánea y sonrió. Ella puso los ojos en blanco y contestó la llamada sin reconocer el número.

–Aquí habla la agente Fine –contestó.

–Aquí habla Claire Lovingston. Pensé que querrían saber que acabo de recibir una llamada de una de mis amigas, Tabby North. Ella era una de las amigas íntimas de las cuales Jerry les habló. Me preguntó si alguien más de la policía había venido a hablar conmigo. Le dijo que el FBI acababa de visitarme y a ella le gustaría hablar con ustedes.

–¿Tiene información para darnos?

–Honestamente… no lo sé. Probablemente, no. Pero esta es una comunidad bastante pequeña. Creo que sólo quieren llegar al fondo del asunto. Estoy segura de que le será de gran ayuda.

–Genial. Envíeme su número después de esta llamada.

Chloe terminó la llamada y le informó a Moulton.

–Era Claire. Dijo que una de las otras amigas de Lauren la llamó para ver su algo más había sucedido. Le gustaría hablar con nosotros.

–Bien. No te mentiré… he tenido suficiente de este lugar. Ese dormitorio me está dando escalofríos.

Era una buena manera de explicarlo. Chloe todavía podía ver las imágenes en su mente, así que ver la escena sin el cuerpo era como mirar un viejo lugar abandonado que no debía ser visto.

Aun así, volvieron al dormitorio y se tomaron el tiempo para revisar el lugar, miraron en el baño, en el vestidor, incluso debajo de la cama. Después de no encontrar nada de interés, dejaron la casa y momentos después, el barrio de Farmington Acres. Chloe pensó nuevamente que era increíblemente pintoresco, el vecindario perfecto para criar una familia y crear un futuro.

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