La nueva era de los negocios

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A pesar de que se ha logrado romper barreras de género en el ámbito laboral, todavía falta mucho por hacer. Aún se está en los comienzos y hay tareas pendientes. En el pasado era sorprendente ver a una mujer al frente de una responsabilidad tradicionalmente desempeñada por un hombre, o a un hombre ejerciendo un empleo femenino. Esta situación debe transformarse en acceso a oportunidades por talento, sin importar el género, la raza, religión, edad, condición social o económica.

La realidad social de los años 1960, 1970 y 1980 negaba la posibilidad de transformar paradigmas y romper estereotipos para construir nuevos espacios laborales y así poder aprovechar, por igual, el talento de mujeres y hombres.

Las crisis económicas mundiales, la influencia de los movimientos sociales y el paso del tiempo, motivaron la transformación de un mundo laboral propiamente masculino y abrieron las puertas a las mujeres.

Sin embargo, ellas llegaron, sin invitación alguna, para quedarse en un mundo de hombres; unas, por necesidad y otras, por convicción personal.

Los estereotipos son un obstáculo al acceso a oportunidades de trabajo de mujeres y hombres y, desafortunadamente, han contribuido para ampliar cada vez más la brecha de género.

Las oportunidades de desarrollo de los individuos necesitan estar comprometidas con el talento, independientemente de la identidad de género. Las oportunidades de desarrollo requieren que mujeres y hombres sean individuos comprometidos con el talento, independientemente del sexo.

Para promover espacios de inclusión, es vital reconocer el trato desigual en la relación hombre-mujer (muchas veces, inconsciente) que persiste tanto en la vida pública como privada en México y el mundo.

El talento es humano y universal, no es cuestión de sexo o género, sino de aptitudes, competencias y disposición para asumir un proyecto. Por ello, el mundo empresarial se está planteando una cultura de equidad y corresponsabilidad entre ambos sexos, al más alto nivel.

Los esfuerzos que se hacen al respecto permiten que los gobiernos, las instituciones financieras internacionales, el sector privado, las ONG y las instituciones académicas participen activa e interactivamente en esta transformación social; demuestran, pues, que la equidad es negocio.

Como decía el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en el Foro Económico Mundial de 2016: “No tengamos miedo de decir que somos feministas (…) somos humanistas”.

NOTAS

[1] Afirmación tomada de entrevistas realizadas por el CIMAD a personas de las diferentes generaciones que trabajan en diversas empresas (mayo a septiembre de 2015), como parte del proyecto de investigación Transformando paradigmas, abriendo caminos al talento.

[2] A pesar de un notable aumento en el porcentaje de la población femenina que participa en la vida universitaria, existe aún una percepción arraigada que marca una clara división entre carreras femeninas y masculinas.

[3] Cifras obtenidas del VIII Censo General de Población 1960. Tabulados básicos: Fuerza de trabajo por entidades federativas y sexo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Aparisi Miralles, A. (2011). Persona y género. Universidad de Navarra: Thompson Reuters.

Badinter, Elisabeth (1993). XY: La identidad masculina. Madrid: Alianza Editorial.

Bernal, M.C., Messina, G. y Moreno, A. (2014). Caso Dow Química. Aceleración del talento global para transformar a la organización. México: IPADE.

Beauvoir, S. de (1949). El segundo sexo. Madrid: Cátedra.

Di Nicola, G. y Danese, A. (2011). “Reciprocidad hombre-mujer: igualdad y diferencia” en Ángela Aparisi, Persona y género. Navarra: Universidad de Navarra y Thomson Reuters, pp. 387.

Elosegui, María (2002). Diez temas de género. Hombre y mujer ante los derechos productivos y reproductivos. Madrid: Ediciones Internacionales Universitarias.

Inmujeres (2007). “El impacto de los estereotipos y los roles de género en México”. Recuperado el 15 de septiembre de 2016 de: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100893.pdf

Llanes, Isabel (2010). Del sexo al género. La nueva revolución social. España: Ediciones Universidad de Navarra, EUNSA.

Marías, J. (2005). Mapa del mundo personal. Madrid: Alianza.

Wolf, A. (2013). The XX Factor. How the Rise of Working Women has Created a Far Less Equal World. Nueva York: Crown Publishers, Random House, Inc.

Zabludosky, G. (2013). Empresarias y ejecutivas en México. México: IPADE Publishing, Plaza y Valdés.


La mujer siempre ha sido, y será, fuente

de custodia de vida y de cultura

RAFAEL GÓMEZ NAVA

Director General de IPADE Business School

El 1.º de septiembre de 1982, tras dos meses de deliberaciones, el presidente de México José López Portillo anunció dos decretos durante el sexto y último informe de gobierno:

Uno que nacionaliza los bancos privados del país, y otro que establece el control generalizado de cambios, no como una política superveniente del más vale tarde que nunca, sino porque hasta ahora se han dado las condiciones críticas que lo requiere y justifican. Es ahora o nunca. Ya nos saquearon. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear.

La falta de control del Gobierno sobre el sistema financiero estaba descubierta. La administración gubernamental de López Portillo hizo efectiva la expropiación de la banca para buscar los siguientes objetivos: la detención de ganancias desproporcionadas a partir de una concesión de servicio público por parte de la banca privada; la detención de creación de monopolios de intereses privados con dinero de aportación pública; la justa y correcta distribución de créditos a todo estrato social, no solo a la clase alta, y el mantenimiento de la paz nacional y la sanación de la percepción pública.

Los organismos sometidos a la expropiación fueron las instituciones nacionales de crédito, la banca mixta, el banco obrero, Citibank y las oficinas representativas de los bancos internacionales. Así, se trasladó a la nación: “Las instalaciones, edificios, mobiliario, equipo, activos, cajas, bóvedas, sucursales, agencias, oficinas, inversiones, acciones o participaciones que tengan en otras empresas, valores de su propiedad, derechos y todos los demás muebles e inmuebles de los bancos expropiados” (Turrent, s/f).

El desprestigio del Gobierno comenzó desde mediados de 1981, cuando bajó el precio del petróleo; sin embargo, la devaluación de febrero de 1982 y el aumento salarial de 10, 20 y 30% en marzo lo ahondaron enormemente. Fue un terrible fin de fiesta, luego de que entre 1979 y 1980 la economía había crecido a un ritmo superior al 8% anual.

El anuncio del descubrimiento de grandes reservas probadas de hidrocarburos y el notable incremento del precio del petróleo en 1978 hicieron que los pronósticos acerca del crecimiento acelerado de la economía hasta finales de siglo fueran muy optimistas. Se habló incluso de “administrar la abundancia”. Este enfoque no solo evitó que se tomaran las medidas necesarias para superar el debilitamiento estructural de la economía, sino que lo profundizó.

Las políticas diseñadas para la reducción del gasto público antes de la expropiación probaron ser un esfuerzo estéril. Los ajustes políticos y económicos fueron insuficientes; las fugas de capital permanecían y se mantenían al alza. ¿Cómo iba el Gobierno mexicano a llevar a cabo la expropiación? Con la implantación de un control de cambios generalizado a través de políticas bancarias. Estas medidas bancarias hacían referencia a la estructura de la tasa de interés y a la política de tipos de cambio aplicables a las operaciones de los bancos.

López Portillo estudió y reflexionó cuidadosamente, sin apresurarse, las históricas decisiones del 1.º de septiembre de 1982. Y tomaría una que marcaría al país para siempre.

La víspera, el 31 de agosto a las ocho de la noche, el presidente se reunió con un grupo de funcionarios, con el objeto de que se llevaran a la práctica una serie de medidas relacionadas con la nacionalización de la banca y el control generalizado de cambios. Al día siguiente, la nación se enteraría y daría su respaldo a las decisiones adoptadas (Tello Macías, 1984).

El conflicto y el descontento nacional y, en este caso la crisis, incentivaron la restructuración del sistema financiero nacional, al comienzo del sexenio presidencial de Miguel de la Madrid. A finales de 1985, los bancos Banamex y Bancomer fueron destinatarios de 63% de la indemnización total y 49 instituciones expropiadas fueron indemnizadas. Al mismo tiempo, se conformaba una banca mixta más competitiva donde 30% de las acciones pertenecía a inversionistas privados.

Tabla 1. Relato de una crisis


1981
Gasto públicoAumentó 25.7%en términos reales
Déficit fiscalSobrepasó 14% del PIB
Déficit de balanza de pagos12,544 millones de dólares
1982
Producción0.6%
Déficit público16.9%
InflaciónAumentó a 98.8%
Deuda externa84,000 millones de dólares
Actividad económica0.5%
Devaluación del pesoDe 26.91 a 47 por dólar
1987
Inflación159.2%
Deuda externa107,470 millones de dólares
1988 (DESPUÉS DEL PACTO DE SOLIDARIDAD)
Inflación51.7%
Déficit público12.5% del PIB
1989
Tasas de interésDisminuyeron 20 puntos porcentuales
PIB4.11% (por encima del crecimiento de la población)
Déficit público5.6% del PIB

Fuente: El Economista (2014). “La transformación inconclusa, 25 años en la economía mexicana”.

 

El Gobierno deslindó las fronteras entre la banca y el resto del sector financiero, se privatizaron las filiales de los bancos expropiados y se desarrolló un sistema paralelo que compitiera con los bancos del Estado. Era imperativa la construcción de una economía en la que partes públicas y privadas fomentaran la inversión de particulares.

En el libro Empresarias y ejecutivas en México (Zabludovsky, 2013) se incluye la siguiente reflexión de Gina Villagómez:

La crisis económica de los 80 provocó que algunas mujeres buscaran la manera de autoemplearse, examinar nuevas formas de manutención o, bien, trabajar por cuenta propia para buscar flexibilidad y, de esta manera, combinar los quehaceres domésticos con la actividad laboral. Después, en la década de 1990 y en 2000, los cambios económicos y sociales, en particular, la desregulación creciente del trabajo, fueron generando que más mujeres formaran su propia empresa (…).

Las mujeres no pidieron permiso para entrar en el mundo de la empresa, llegaron más por necesidad que por vocación emprendedora.

Villagómez destaca “que la actividad empresarial de las mujeres ha crecido tanto en América Latina como en México desde la década de 1990” (Zabludovsky, 2013).

FINAL DE SIGLO, UN NUEVO COMIENZO

Después del tempestuoso panorama económico nacional, 1994 fue un año de múltiples cambios. México, Canadá y Estados Unidos acordaron terminar con las barreras arancelarias y no arancela-rias al comercio intrarregional y rediseñar las restricciones a la inversión extranjera. Así, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) habilitó en México una mayor disponibi-lidad de productos de otros países y su incorporación a la economía de Estados Unidos.

A la par, el viernes 16 de diciembre de 1994 las reservas internacionales del Banco de México perdieron 855 millones de dólares. Se amplió un 15% el límite superior de la banda de flotación del peso; es decir, las autoridades financieras de la nueva administración permitieron que el peso perdiera valor de forma más rápida para tratar de detener la salida de divisas.

Gráfica 1. México, deuda externa bruta y % del PIB corriente 14 sexenios presidenciales 1935-2018


Fuente: Del Castillo Carrillo, L.F. (s/f).

Ese diciembre daba muestras erráticas de compostura: el lunes 19, la pérdida de reservas fue de 701 millones de dólares. Para el martes 20, los bancos y casas de cambio cambiaron las pizarras de la cotización peso-dólar: el billete verde pasó de 3.46 pesos a 3.94. Y para mantener el peso dentro de ese límite el Banco de México solo tuvo que reducir sus reservas en 90 millones de dólares.

Luego vino la debacle: el miércoles 21 de diciembre los mercados atacaron de nuevo: se perdió casi 44% de las reservas. Los inver-sionistas no confiaban en las políticas económicas de México y se tuvo que abandonar el tipo de cambio programable y dejarlo a libre flotación.

Antes de que se terminara el año, el peso llegó a 4.99 por dólar. Tres meses después, el tipo de cambio superó los 7 pesos por dólar. Las consecuencias eran predecibles: en 1995, el PIB se contrajo un 6.2%; la tasa de interés de corto plazo pasó de 13.7% en noviembre a 74.8% en abril, poniendo en aprietos a todos aquellos que tenían un crédito y a los bancos mismos.

La inflación de 1995 llegó a 52%, muy por encima del 8% de 1994 (Silva, 2014). Es un año que está grabado en la memoria de los mexicanos. El preludio de esa crisis comenzó con la privatización de las empresas públicas y de los bancos comerciales nacionalizados en 1982. Fue una recesión anunciada tras las reformas del sistema de tenencia de la tierra, los cambios de rumbo en la política comercial y la normativa de competencia. La mera reprivatización de la banca expropiada fue un nicho de seguridad para la inversión nacional e internacional en el gobierno.

El efecto privatizador causó que el número de empresas públicas disminuyera de 1155 a 301. El 40% de las compañías privatizadas eran industrias; 84% se trasladó al sector privado y el porcentaje restante, a cooperativas. La mayoría de los compradores priva-dos eran grandes consorcios y productores de los mismos bienes que las empresas privatizadas.

Esto generó una dinámica en el mercado interno donde el dominio de prestación de servicios y ventas pertenecía a un pequeño grupo de proveedores que no promovía la competencia entre productores. Por lo tanto, se decretó la Ley Federal de la Competencia Económica para regular prácticas monopólicas u oligopólicas.

Tabla 2. Las primeras inversiones tras el TLCAN


RELACIÓNINVERSIÓNEMPRESAS QUE MÁS INVIERTEN
Estados Unidosen México184,622 millonesde dólaresChrysler, Citibank, Ford, General Electric, General Motors, Hewlett-Packard, PepsiCo, Walmart
Canadáen México16,358 millonesde dólaresBombardier, Goldcorp, Mailhot y Metrican Frontera Cooper Corporation
Méxicoen Estados Unidos27,900 millonesde dólaresAmérica Móvil, Bimbo,Cemex, Gruma, Grupo Cementos de Chihuahua, Grupo Lala y Nemak.
Méxicoen Canadá3,330 millonesde dólaresGrupo Alfa, Grupo México, Industrias CH y Eumex

Fuente: El Economista (2014). “La transformación inconclusa, 25 años en la economía mexicana”.

EL CAMINO HACIA LA IGUALDAD EFECTIVA

Después de las crisis económicas, México consolidó una nueva dinámica de inversión y de cooperación comercial entre las empresas. La disponibilidad y la diversidad de productos han marcado el paso para el consumo innovador en su propio territorio y a través del mundo.

Durante las últimas tres décadas, según datos del Censo General de Población de 1970 y las Encuestas Nacionales de Empleo de 1991 y 2002, México registró un incremento sostenido en la tasa de participación de las mujeres en el empleo: en 1970, 17 de cada 100 mujeres desarrollaban actividades económicas. En 2003, el número se incrementó a 35.

Poco a poco, la mujer ha ido incursionando en otras ramas económicas, como es el caso del sector de la industria pesada, la construcción y la metalurgia. Se infiere que lo anterior se da como consecuencia de la globalización y de las modificaciones de los esquemas productivos y empresariales que han dado a la mujer una mejor opción laboral.

Esta tendencia se reconoce como parte de las transformaciones económicas que ha vivido México en el contexto de la globalización y de sus principales efectos, así como de la necesidad de generar mayores ingresos (Inmujeres, 2003).

El cambio ha sido radical. Según el Censo General de Población y Vivienda 2000, en México existen 3.6 millones de hogares monopa-rentales —aquellos en los que únicamente está presente el padre o la madre—; de este total, 81.7% corresponde a mujeres y 18.3% a hombres (Inmujeres, 2003).

Más allá del nivel estrictamente económico, hacia finales de la década de los ochenta surge el despertar de la sociedad civil. Se consolidan diversas asociaciones y se organizan distintos foros que buscan expresar y representar el interés específico de las mujeres en el ámbito económico. Gina Zabludovsky (1994), en su libro Presencia de la mujer empresaria en México, habla de los dos primeros congresos nacionales que se llevaron a cabo en 1991 y 1992, el congreso entre empresarias de México, Canadá y Estados Unidos que se realizó en junio de 1994 y la fundación de organizaciones empresariales femeninas en varias ciudades.

En 1989, Fernanda Langarica, en aquella época directora de Finanzas de la empresa de tecnología Samsung, comenzó a cursar la licenciatura en Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y finalizó la etapa de universidad en 1993.

La gran fortuna de Langarica fue emplearse en su primer trabajo en una empresa con una cultura de diversidad. “Siempre he estado agradecida con P&G (…) fue muy ilustrativo para mí tener role models (…) porque mi jefa inmediata y la directora de Finanzas eran mujeres”.[1]

En aquella época, Martha Miller era directora general de la compañía del sector de cuidado personal P&G, cuando la empresa comenzaba su expansión en Latinoamérica, en países como Argentina, Chile, Perú y Colombia. También la directora de finanzas era mujer, recuerda Langarica. “Era una empresa estructurada y organizada, daba igualdad de oportunidades (…) desde el inicio de mi carrera me acostumbré a la igualdad y a saber que sí se podía”.

Pero la realidad al salir de P&G y trabajar en una compañía mexicana fue contrastante. En palabras de Langarica:

Recuerdo que en una junta con el presidente de aquella compañía, me dijo: “Hable más recio”. Eso me marcó y me adapté al lugar, fue una experiencia formativa (…) Cuando te sales de un entorno en donde se apoya a la mujer, ves otros entornos en donde tienes que abrir camino.

Ese era el México del fin de siglo. Un país que se abría al mundo donde comenzaba un periodo de liberación comercial y la mujer se abría paso en las empresas y en la construcción de nuevos negocios. En 1991, en México, solo 9.5 millones de mujeres trabajaban. Nueve años después, la cifra se duplicó a 19.3 millones, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI.

Si comparamos la década de los noventa con los inicios de la década de 2000, se observa un incremento en la cantidad de empresas que, por lo menos, tenían una mujer como responsable en las posiciones de más alto nivel en la organización. En 1991, solo 121 compañías tenían estas características, en 2006 eran 250 (Zabludovsky, 2013).

Langarica fue la primera mujer en ocupar un cargo de dirección en la compañía de origen surcoreano. Y hoy es directora de Finanzas en Nacional Monte de Piedad.

LA MUJER EN LA ECONOMÍA GLOBAL

El papel de la mujer en la economía global es una fuerza social que ningún país ni empresa debe ignorar, ya que contribuye a la sustentabilidad y al desarrollo social y económico de un país, no solamente por su aportación a nivel familiar sino porque es generadora de recursos y de trabajo.

Es así como el término womenomics expresa la fuerza que representa la mujer en el crecimiento de la economía. Cuando una mujer tiene acceso a diferentes recursos y oportunidades, en donde su participación es equitativa, tiene la posibilidad de tener una mejor posición para realizar las diferentes funciones que tiene a su cargo, con mejores resultados, y tomar ventaja de una economía incluyente y sostenible. Las evidencias muestran el beneficio para la mujer y su familia a través de una contribución en la economía. Cuando las niñas y las mujeres tienen ingresos, probablemente reinvertirán 90% de estos en sus familias. La inversión en educación y salud de las niñas tiene un impacto económico positivo, ya que una niña sin educación tiene 2.7 veces más riesgo de muerte materna que aquella mujer con más de 12 años de educación.

En la actualidad, la mujer tiene una participación en la población económicamente activa (PEA) mundial de 39.6%; sin embargo, los porcentajes de la PEA cambian dependiendo del desarrollo de cada nación.

En México, las mujeres representan 38% de esta PEA, una participación muy cercana al porcentaje mundial. Sin embargo, hay que analizar el porcentaje de participación en los diferentes niveles de la organización empresarial. A modo de ejemplo, en México, 5.8% de las mujeres está en Consejos de Administración y 25% en la Alta Dirección.

 

Asimismo, del total de la población mexicana, 68% son trabajadores asalariados, 22%, trabajadores por su cuenta, 5% son trabajadores sin pago y 4% son empleadores.

La distribución por sexo según ocupación se describe en la siguiente tabla. En ella se observa que el mayor porcentaje de mujeres se encuentra en el rubro de trabajadores no remunerados, y supera 50%, seguido de poco más de 40% de mujeres asalariadas, mientras que las trabajadoras por cuenta propia alcanzan 40%. En el caso de mujeres empleadoras el porcentaje es de casi 20%.

Tabla 3. Porcentaje de ocupación por sexo


POSICIÓN EN LA OCUPACIÓNHOMBRESMUJERES
Asalariados58.1%41.9%
Con percepciones no salariales78.7%21.3%
Empleadores80.1%19.8%
Trabajadorespor cuenta propia61.6%38.3%
Trabajadoresremunerados46.2%53.7%

Fuente: Elaboración del CIMAD con base en datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, II trim. 2014 (INEGI). Agregado 32 ciudades.

Entre los porcentajes de participación de la mujer en los diferentes sectores de la actividad económica en México, generados por el INEGI, destacan: 11% sector construcción, 34.5% manufactura, 51.3% comercio y 47.9% servicios (restaurantes, hoteles, contabilidad y auditoría, escuelas del sector privado, servicios legales y médicos, entre otros). Los sectores económicos que comúnmente se consideraban femeninos, como el educativo, los servicios y el comercio, continúan siendo elegidos por las mujeres para desarrollar su trayectoria profesional.

Sin embargo, la mujer poco a poco ha incursionado en otras ramas económicas, como es el caso del sector de la industria pesada, la construcción y la metalurgia. Se infiere que lo anterior es consecuencia de la globalización y de las modificaciones de los esquemas productivos y empresariales que han dado a la mujer una mejor opción laboral.

Pero, a pesar de los grandes avances que se han visto, su participación y promoción en el mundo laboral no va en paralelo a estos grandes cambios. Su acceso a puestos de trabajo en posiciones de toma de decisiones, hecho que se atribuye al mayor nivel educativo y experiencia laboral, sigue siendo incipiente. En un estudio realizado por la OCDE (2007), se destaca que, a nivel mundial, más mujeres se estarán graduando. En 2005 se graduaba 57% y se espera que para 2025 sea más de 65%. Aunque las mujeres, a nivel general, se titulan en mayor porcentaje que los varones, al desagregar por carrera el panorama cambia. Por ejemplo, en las carreras de Cien-cias, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés)[2] su participación es todavía baja. Los países de la OCDE con mayor porcentaje de mujeres en estas carreras son Colombia (39%) y Brasil (38%). Estas diferencias en las elecciones de carrera se atribuyen, en parte, a las posibles creencias existentes sobre los papeles de la mujer y del hombre, y a los estereotipos construidos socialmente para los estudios universitarios.

NOTAS

[1] Testimonio de Fernanda Langarica, exdirectora de Finanzas de Samsung y actual directora de Finanzas de Monte de Piedad, 5 de noviembre de 2016.

[2] Las siglas STEM se refieren a carreras universitarias cuyas primeras letras en inglés son Ciencia (S), Tecnología (T), Ingeniería (E) y Matemáticas (M).

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Del Castillo Carrillo, L.F. (s/f). “Las crisis económicas en México, 1929-2012. ¿Una comparación?” Recuperado el 20 de octubre de 2016 de: http://mexicomaxico.org/Voto/CrisisMex.htm

El Economista (2014). “La transformación inconclusa, 25 años en la eco-nomía mexicana”.

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Inmujeres (2003). Las mexicanas y el trabajo II. Recuperado el 16 de octubre de 2016 de: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100500.pdf

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Silva Castañeda, S. (2014). “El crac del 94”. Nexos. Recuperado el 20 de octubre de 2016 de: http://www.nexos.com.mx/?p=15706

Tello Macías, (1984). “La nacionalización de la banca”. Nexos. Recuperado en octubre de 2016: http://www.nexos.com.mx/?p=4382

Turrent, E. (s/f). Historia sintética de la banca en México. Banco de México. Recuperado el 16 de octubre de 2016 de: http://www.banxico.org.mx/sistema-financiero/material-educativo/basico/%7BFFF17467-8ED6-2AB2-1B3B-ACCE5C2AF0E6%7D.pdf

Villagómez, G. (2004). Mujeres que mandan. Familia, empresa y liderazgo femenino en Yucatán. Mérida: Dirección de Cultura del ayuntamiento de Mérida, citado por Gina Zabludovsky (2013) en Empresarias y ejecutivas en México, México: IPADE Publishing, Plaza y Valdés.

Zabludovsky, G. (1994). Presencia de la mujer empresaria en México. Documento de trabajo n.º 18. México: División de Estudios de Posgrado-CIDE.

Zabludovsky, G. (2013). Empresarias y ejecutivas en México. México: IPADE Publishing, Plaza y Valdés.

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