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Josefina (Zona B): Ellas vienen y me platican lo que les pasa, me dicen: —Mire doña Josefita, yo vengo así y necesito que me haga favor de darme una ayuda, mire usted que yo traté de cuidarme para no quedar embarazada y llevo tanto tiempo de que no me baja mi menstruación. Así me lo dicen desde el principio y cuando a veces no tiene el ánimo la muchacha, habla el hombre, ya el hombre me dice: —Nosotros no más venimos tía [modismo chiapaneco para reaferirse a las mujeres maduras] a pedirle un favor de verla mi esposa porque no nos cuidamos y quedó embarazada y la verdad no fue un embarazo pensado y nosotros lo que queremos es que aborte —porque así es como lo dice la gente aquí, ellos no hablan de interrupción, sólo aborto, —eso es lo que queremos, ¿cómo nos puede usted ayudar? Así derecho, no vienen con pena, más bien cuando vienen, me hablan y me dice que quieren platicar conmigo y entonces yo ya lo sé y nos encerramos a platicar sus historias. Hay muchas que llegan sin dinero, como le digo, a veces no traen nada y se echa de ver rápido la persona cuando no tienen dinero, también a veces vienen personas con dinero, pero a mí me da igual, yo las atiendo por igual a todas, a mí no me gusta decirles que porque traen dinero dame tanto y así… le digo, que es increíble luego ver a personas que vienen con sus carros.
Este caso en particular muestra la relación que también los varones establecen con la partera, resultado de una confianza previa (puede ser atención a partos anteriores) en dónde ellos solicitan abiertamente el aborto a nombre de su pareja. Destaca además que al igual que en la narrativa anterior, acuden personas de diferentes estratos sociales “le digo que es increíble ver a personas que vienen con sus carros”, lo cual también se atribuye a la alta confidencialidad que se establece con las parteras.
Para las parteras de la Zona A entrevistadas destaca entonces que llegan con ellas mujeres de diversas situaciones socioeconómicas. La forma en que solicitan la ayuda oscila entre quienes llegan con mucha pena y las que lo dicen abiertamente. También hay casos en los que incluso es la pareja quién expone y solicita el procedimiento. Como se muestra a continuación, esto es similar para las parteras de la Zona B.
Socorro (Zona B): Aquí vienen de todo, vienen solas o acompañadas, con su mamá o con su abuelita, viene con un tío, con su pareja, con su esposo, de todo, parejas formales, estudiantes, tanto gente que tiene recursos como gente que no tiene, hasta gente que puede ir o pagar a un ginecólogo, pero vienen conmigo. Mire, vienen parejitas tan pobres que no se les puede cobrar y por lo regular son jóvenes, aunque lo que sí atiendo bastante son a jóvenes, pero en planificación familiar.
Llama la atención en las narrativas la diversidad de mujeres que acuden con estas parteras y que, en la mayoría de los casos, no acuden solas, en el caso de las mujeres mayores acuden incluso con sus esposos a solicitar las interrupciones aduciendo al hecho de que se “descuidaron”.
Gertrudis (Zona B): Son mujeres que vienen de lejos y son de comunidades de aproximadamente una hora y media de traslado, son más señoras y menos muchachas jóvenes, algunas de aquí mismas y vienen con sus mamás y para las personas adultas vienen sus esposos.
Conclusiones
Las parteras tradicionales son un gran capital humano, más aún en regiones empobrecidas, ya que tienen una serie de características que las hacen hermanarse con otras mujeres, ya sea dentro o fuera de sus comunidades, generando lazos de empatía necesarios para la atención del aborto seguro y voluntario. La cercanía geográfica, la disponibilidad de tiempo, el idioma, y el lenguaje oral y corporal de ellas hacia las mujeres que las buscan, generan relaciones de solidaridad y de secrecía; de tal manera que, cuando se despenalice el aborto en todo el territorio mexicano, las parteras tendrán que ser visibilizadas y reconocidas en su contribución para salvaguardar la vida de las mujeres en edad reproductiva, de manera cálida, segura y confidencial, y más en los casos en los que hacen un correcto uso de los medicamentos para interrumpir un embarazo, como es el caso de los resultados de este estudio.
Para que ello se dé, son necesarias ciertas condiciones, no todas ligadas directamente a la partería. La primera es despenalizar el aborto en todo el país tal y como lo mencionan en su informe Singh, y otros. (2018) sobre lo que propicia menos interrupciones inseguras, tanto para las mujeres que requieren un aborto como para quienes les apoyan en ello. En este caso las parteras tradicionales. Esta despenalización debe acompañarse de la liberalización real de la venta de los medicamentos requeridos para las interrupciones en todo el país (mifepristona y misoprostol) tal y como lo estipula la OMS.
También, y coincidiendo con Juárez y otros (2019), es indispensable continuar con más estudios en otras zonas sobre las interrupciones realizadas por parteras con la finalidad de corroborar su debida capacitación y acceso a los medicamentos para garantizar la seguridad de sus intervenciones, y desmitificar las ideas retrógradas que sobre su profesión aún proliferan.
Es preciso abrir las capacitaciones para las parteras sobre el uso de medicamentos para abortos seguros (tal como lo menciona la WHO, 2015) y ampliar así las opciones de las mujeres (vulnerables o no) para tener interrupciones seguras y consientes.
Como se mencionó en los antecedentes de este capítulo, diversas investigaciones reconocen el papel que las parteras han tenido en la atención de abortos seguros en países en vías de desarrollo destacando la importancia de considerar a las parteras como proveedoras de una atención integral, que incluye la interrupción voluntaria del embarazo, para la disminución de muertes de mujeres en edades fértiles, en contextos en donde existe una amplia diversidad y desigualdad de condiciones sociales que repercuten en la salud de las mujeres, afectando mayoritariamente a las que se encuentran en un alto grado de marginación y vulnerabilidad. Este sería también el caso de México, a lo que habría que añadir la necesidad de revalorizarlas desde el sistema de salud como una muy pertinente primera línea de atención, sin discriminarlas por su formación de parteras, y a la vez atender posibles complicaciones sin estigmatizar ni recriminar sus prácticas cuando sean bajo protocolos de seguridad, pero que no eximen riesgos, y salvar así la vida de las mujeres que lo requieran, sin anteponer juegos asimétricos de poder desde la medicina hegemónica versus la partería.
Hay mucho que aprender de las parteras de este estudio, su calidad y calidez para la atención de las mujeres (en especial a las que están más vulnerables en contextos pobres como Chiapas), sus conocimientos ancestrales sincretizados con los nuevos conocimientos (el uso de medicamentos de manera adecuada para interrumpir de manera segura un embarazo no deseado, combinado con tés, escucha terapéutica y confidencialidad), su sororidad con las mujeres (cuando no les preguntan el por qué, o no cobran el servicio si no pueden pagar), y el hecho de no permitir que ni la religión ni la ley les arrebate el compromiso de ayudar a las mujeres que acuden a ellas solicitando una interrupción, similar a lo que exponen en su estudio Oppong-Darko y otros, (2017) con parteras de regiones pobres y musulmanas en África. La experiencia madura de las parteras que da seguridad a las mujeres jóvenes, que acuden en su búsqueda y auxilio, muestra otra cara sobre parteras tradicionales y aborto seguro, diferentes a los expuesto en estudios como los de Sousa y otros. (2010) y Juárez y otros (2019), evidenciando que los conocimientos de estas mujeres permanecen en el tiempo (en consonancia con lo expuesto por Castañeda y otros., 2003) y que a su vez se transforman con las innovaciones que otras capacitaciones les ofrezcan; porque sin parteras, las mujeres de muchas regiones rurales, empobrecidas o indígenas tendrían una mayor desprotección sanitaria.
Se abre así una gran ventana hacia las posibilidades de otras formas seguras no hegemónicas de contribuir a la salud sexual y reproductiva en México, que en consonancia con Juárez y otros (2019) deberán ser consideradas dentro de las políticas de salud; pero también tiene un elemento clave para potenciar el poderío de la salud femenina desde el enfoque de género y salud: la posibilidad de visibilizar y aprender de las alianzas sororales entre mujeres, y más aún en la reivindicación de la autonomía para decidir de manera libre, voluntaria, acompañada, digna y segura un aborto, sin que ello quede determinado por una situación de privilegio geopolítico, social o económico, y reivindica el reconocimiento de los saberes y conocimientos de las mujeres-parteras.
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1 La clasificación incluye más, pero en términos de desencadenamiento, se clasifica de esta forma.
2 Aspiración Manual Endouterina.
3 Es importante aclarar que el aborto con medicamento se puede realizar solamente con misoprostol, sin embargo, la efectividad se reduce en comparación con la combinación de misoprostol y mifepristona, además de que agudiza algunos de los síntomas propios del procedimiento (ejemplo de ello, es la cantidad de sangrado y dolor abdominal).
4 Dado que no es el objetivo de esta investigación hablar del recorrido histórico de la partería en México se sugiere consultar la extensa obra de especialistas en el tema como: Ana María Carrillo, Hilda Argüello, Georgina Sánchez, Graciela Freyermuth, Ana Cristina Rosado, Florinda Riker, entre otras.
5 Se refiere a los insumos médicos que reciben las parteras para la asistencia de aborto seguros por parte de una organización no gubernamental (misoprostol, mifepristona, prueba de embarazo, ibuprofeno, toallas sanitarias y guía de aplicación avalada por la OMS)
CAPÍTULO III. BUENAS NUEVAS
7. ABORTO SEGURO CON MISOPROSTOL: PRODUCTOS COMUNICACIONALES Y LA AUTOGESTIÓN DEL ABORTO
Ipas CAM1
Resumen
Este capítulo expone los resultados del análisis del foro de comentarios del video “Aborto Seguro con misoprostol” publicado por Ipas México en la plataforma YouTube en julio de 2018. Con la circulación de este material —cuyo objetivo inicial era ampliar la información sobre el uso de misoprostol para el aborto fuera de contextos clínicos, en vendedores/as, encargados/as y médicos/as que prestan sus servicios en farmacias—, no sólo la población receptora objetivo se vio superada, también surgió un espacio muy particular de interacción. A través del análisis de contenido y con el propósito de conocer la composición de la conversación global generada en el foro de comentarios del video, se realizó un diagnóstico para identificar los perfiles de las/os usuarias/os, así como los temas centrales, dudas e inquietudes de quienes interactuaban en él. Este análisis nos permitió dimensionar la importancia de generar materiales accesibles a distintos públicos desde las plataformas digitales más utilizadas y la relevancia que adquieren los espacios de interacción digital, ya que encontramos que el foro de comentarios se convirtió por sí mismo en una fuente de consulta y generación de información entre las y los usuarios que accedían al video. Esto demostró que la búsqueda activa de protocolos seguros para llevar a cabo un aborto autónomo con medicamentos habilita la circulación de información directa entre usuarias/os, y por tanto es capaz de crear redes de acompañamiento digital informal, convirtiendo a estos foros en sitios donde se busca, se expone y se verifican los conocimientos a partir de la experiencia entre pares.
Palabras claves: Aborto autónomo, acompañamiento, autogestión, redes sociodigitales.
Introducción
En los últimos años las redes sociodigitales se han coronado como espacios que habilitan la creación, alojamiento y acceso a todo tipo de información. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en el año 2019 en México, el 70.1% de la población de seis años o más es usuaria de Internet. Las cuestiones sociodemográficas y socioeconómicas en el país y sus diferentes regiones tienen una marca en dichas cifras, cuestión que se puede ver en la diferencia que existe entre el acceso a este tipo de servicios en áreas urbanas (76.6%) y rurales (47.7%), así como en el aumento de los usuarios de internet en función de los grados de escolaridad (59.1% en educación básica, 91.8% en educación media y 96.4% en la población con educación superior). Dos datos relevantes que arroja esta encuesta tienen que ver con el sexo de las y los usuarios de internet y con el tipo de uso que éstos hacen de las tecnologías de la información. En el primer caso arroja que, el 51.6% de la población usuaria son mujeres y el 48.4% restante son hombres. En relación con el uso que se le da al internet, destaca que el más relevante en la población mexicana es el entretenimiento (91.5%), seguido por el interés de obtener algún tipo de información, con un 90.7%; mientras que el 90.6% usa el internet como un medio de comunicación (INEGI/ENDUTIH, 2019).
De acuerdo con el reporte anual de The Global State of Digita de 2019 creado por Hootsuite y We Are Social, así como plataformas como Similarweb2 y Global web index3, Google, Facebook y YouTube son los tres sitios web que tienen mayor tráfico de usuarios en México. Sin embargo, específicamente sobre redes sociodigitales, YouTube es la red más consumida por la población mexicana, con un 96%, seguida por Facebook con el 94% y WhatsApp con el 89%4.
Por otro lado, un elemento que debe ser considerado sobre estos datos es el contexto mundial que se enfrenta tras el avance de la pandemia provocada por el virus SARS COV-II. Además del impacto de este virus en la salud de la población mundial, socialmente para México ha implicado el repliegue de gran parte de la población hacia el confinamiento voluntario con el fin de detener los contagios, así como el teletrabajo como una alternativa al trabajo presencial con el fin de seguir las medidas gubernamentales de la llamada “jornada de sana distancia”. Esta situación ha modificado no sólo las formas de interacción onlife (Floridi, 2015), también lo ha hecho con la necesidad de acceso a la información confiable por distintos medios, incluyendo aquella que se busca y a la cual se accede a través de internet.
Esta vista panorámica sobre los consumos de internet en México permite construir los puntos de arranque: en primer lugar, mostrando la importancia de las redes sociodigitales en la vida cotidiana, pero también haciendo énfasis en la relevancia que tiene la creación de contenidos con información útil, fidedigna y certificada sobre cuestiones asociadas con la salud y, para el caso de este capítulo, aquellos relacionados con la salud reproductiva.
Un tema históricamente importante dentro de la agenda de los derechos humanos, de los derechos sexuales y reproductivos, y de las agendas feministas a nivel global, al menos desde los años noventa, ha sido el estatus legal del aborto voluntario y las garantías que se proveen desde las políticas púbicas para acceder a este derecho.
En México, a la fecha, sólo dos entidades federativas consienten y garantizan el aborto voluntario hasta las 12 semanas: la Ciudad de México desde abril de 2007,5 y el estado de Oaxaca desde octubre de 2019. 6 Sin embargo, aun cuando a nivel nacional existen causales que permiten que éste se realice, las causales legales por sí solas no reflejan la forma en que se aplica la ley, ni garantizan la calidad de los servicios prestados para efectuar un aborto seguro o la atención integral a la salud sexual y reproductiva de las mujeres (Berer, 2006).
El aborto, desde una perspectiva social y jurídica, ha sido un tema controversial por las marcas morales derivadas de posturas religiosas que lo criminalizan (Gudiño, 2017; Morán 2015; Morán y Peñas, 2013; Lamas, 2012; Vaggione, 2012; Ramírez, 2018), también porque alimenta el estigma hacia las mujeres que optan por interrumpir un embarazo debido a que transgreden al menos tres de los ideales hegemónicos femeninos: la fecundidad perpetua, la maternidad obligatoria y como fin último de las mujeres, y el instinto del cuidado hacia otros (Kumar, Hessini y Mitchell, 2009).
En este mismo sentido, autoras como Kissling (2018: 38) argumentan que, ante las nociones patriarcales sobre la maternidad obligatoria y el rol de las mujeres, las experiencias reproductivas que desafían estos mandatos traen consigo una “norma de silencio” donde las mujeres y sus experiencias no son narradas por ellas mismas, sino por aquellos que resultan opositores al ejercicio de sus derechos. Por lo anterior, quienes han transitado por un aborto, así como los colectivos y organizaciones por la salud y los derechos de las mujeres han buscado romper con esa norma de silencio para narrar sus historias y para dar una cara humana a esta experiencia (no) reproductiva desde sus propias voces y la experiencia vivida.7 “Las historias personales, no son solo la data, ayudan a hacer que las consecuencias del aborto inseguro sean imposibles de obviar” (Berer, 2006: 10).
Ante la imposibilidad de acceder a un aborto voluntario ya sea por el estatus legal del procedimiento en contextos locales o por falta de acceso a recursos y servicios médicos de calidad que garanticen los derechos, la integridad y la salud reproductiva, muchas mujeres han optado por abortos autónomos y autogestivos; es decir, a través de la auto administración de medicamentos con el fin de realizar un aborto en casa o fuera de contextos clínicos, ya sea de manera solitaria o bajo el acompañamiento presencial o remoto de redes de apoyo (profesionales de la salud, redes de activistas, feministas, amigas, parejas, y otros).
En estos casos, la redes sociodigitales han sido clave para el acceso y circulación de la información sobre las maneras de realizar este procedimiento, así como los pasos a seguir para efectuar un aborto seguro de acuerdo con las medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).8
En este capítulo se dan a conocer los resultados del análisis exploratorio del foro de conversación del video “Aborto Seguro con misoprostol” publicado por Ipas México en la plataforma YouTube. Este video tenía como población objetivo a vendedores/as, encargados/as y médicos/as en farmacias, y fue realizado con el propósito de informar y desmitificar la utilización de medicamentos para el aborto desde su uso ambulatorio —fuera de contextos clínicos—, mejorar la información que esta población objetivo brinda a las mujeres para asegurar el uso correcto del misoprostol, y disminuir así las barreras de acceso a los medicamentos para las mujeres que los requieran.
Estos objetivos se vieron transformados con la circulación de dicho material a través del uso, tanto de la información que ahí se presenta como de la generada a partir del foro del video por parte de las usuarias que lo consultaron. Basándonos en el análisis de los comentarios generados en el foro del video, se muestran las principales dudas, mitos, temores e inquietudes expresados por las usuarias que llegan a este video buscando y/o compartiendo información para la autogestión del aborto.
Con este análisis buscamos abordar la importancia de los productos comunicacionales como proveedores de información para realizar un aborto autónomo, pero también revelar cómo las usuarias se apropian de estos materiales, comparten y generan información sobre el procedimiento para la interrupción del embarazo, y hablan sobre sus cuerpos, procesos, emociones y vivencias, alimentando el acompañamiento y la creación de redes de apoyo a través de medios digitales.
Apuntes metodológicos y contenido del video
El video “Aborto Seguro con misoprostol” 9 fue publicado por Ipas México el 23 de julio de 2018 en la plataforma de YouTube y tiene una duración de 5 minutos y 17 segundos. El análisis que aquí se presenta abarca aquellos comentarios (generadores de conversación y sus respectivas cadenas de respuesta) realizados desde la fecha de lanzamiento del video hasta el 30 de junio de 2020. Al momento de realizar este corte, el video contaba con 557,067 visualizaciones, 6,300 likes, 512 dislikes, y 3620 comentarios totales.