La práctica integral de vida

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Из серии: Sabiduría Perenne
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La Práctica Integral de Vida es…

Lo último en entrenamiento alterno y, en consecuencia, nos permite trabajar sinérgicamente con el cuerpo, la mente y el Espíritu en los ámbitos del yo, de la cultura y de la naturaleza

Modular, lo que significa que podemos combinar la práctica de áreas o “módulos” concretos

Escalable, es decir, adaptable al tiempo (poco o mucho) de que dispongamos, llegando incluso a los Módulos de un minuto

Adaptable a cualquier estilo de vida, lo que nos permite diseñar programas adaptados a nuestras necesidades básicas

Condensado, en el sentido de que, despojando a las prácticas tradicionales de su bagaje cultural y religioso, resume su esencia y nos proporciona una forma concentrada y eficaz de práctica muy aplicable al mundo postmoderno

Integral es decir, basada en una tecnología OCON, un marco de referencia “OmniCuadrante y OmniNivel” que nos permite car-tografiar las muchas capacidades intrínsecas del ser humano

La aventura universal (y particular) del despertar

La aventura del despertar es uno de los dramas más universales en los que se halla inmerso el ser humano. Asume todas las formas posibles y es, en este sentido, un proceso fundamentalmente creativo, impredecible e improgramable. En ciertos parajes, este proceso parece estancarse mientras que, en otros, se acelera y también hay “noches oscuras del alma” y puertas que sólo pueden atravesarse de rodillas y que se experimentan como una ordalía de transformación, un proceso de “fl orecimiento” o un romance con Dios.

Los principios de la PIV son muy claros y sencillos, y ponen a la práctica al alcance de casi cualquier persona. En este sentido, nos proporcionan un marco de referencia organizador para una vida de aprendizaje y transformación. Iluminando la imagen mayor de la conciencia, la vida, el crecimiento y el despertar, y destilando el extracto de la práctica, nos ayuda a despojarnos del lastre innecesario y proporcionarnos el espacio necesario para centrarnos en la esencia de la cuestión.

Cada camino tradicional nos ofrece una imagen única del aspecto que asume el despertar. Aun la moderna conciencia científica empezó con su propia “ilustración”. La PIV no tiene nada que ver con el rechazo de una determinada forma de despertar en favor de una nueva moda. La PIV tiene que ver con la adecuada comprensión y combinación de los caminos existentes, permitiéndoles funcionar mejor y ayudándonos a vivir más adecuadamente en pleno siglo XXI.

La PIV nos proporciona un marco de referencia nuevo y claro que no sólo permite al practicante (independientemente de que se trate o no de una persona religiosa) entender y actualizar su práctica, sino establecer un diálogo profundo y significativo con personas que siguen caminos diferentes sobre cuestiones universales relativas a la práctica.

Y ello significa que los cristianos, los judíos, los musulmanes, los budistas, los hinduistas y cualquier otro practicante religioso, indígena o transtradicional puede utilizar el enfoque integral para hablar con personas que siguen otros caminos e incluso con quienes no sustentan una visión religiosa del mundo, y referirse a su práctica con un lenguaje común (que, dicho sea de paso, puede proporcionar nuevas conexiones e ilustrar, de este modo, lo mucho que tienen en común). Aun los ateos y los agnósticos pueden trabajar con la PIV, puesto que el marco de referencia OCON es neutral y no impone ni proscribe ningún sistema concreto de creencias.

Esto nos permite satisfacer una necesidad muy seria. Tengamos en cuenta que el budista puede hablar fácilmente con alguien de su misma tradición sobre el modo de aplicar su práctica espiritual a los retos que la vida le depare. ¿Pero podría hacer lo mismo con un cristiano? ¿O con un musulmán? Y algo parecido podríamos decir con respecto a los aspirantes espirituales ajenos a esas tradiciones. Necesitamos alentar el diálogo entre los integrantes de cualquier tradición religiosa y hasta con personas que no pertenezcan a ninguna tradición. Si queremos servir a un bien mayor, la creciente comunidad internacional de práctica espiritual debería contar con un vocabulario común.

Este libro contribuye al establecimiento de un diálogo sobre una nueva dirección evolutiva de la práctica personal a la que deberían atenerse los futuros exploradores de la vanguardia del potencial humano. En este sentido, la Práctica Integral de Vida contribuye muy positivamente a definir un nuevo y emergente campo de estudio, de investigación y de aplicación.

Plataforma de lanzamiento: Los cuatro módulos básicos

Los cuatro módulos básicos de la Práctica Integral de Vida son los siguientes:

 el cuerpo

 la mente

 el Espír itu

 la sombra

otros módulos adicionales importantes son:

 la ética integral

 el yoga sexual integral

 el trabajo

 la transmutación de las emociones

 el parentaje integral

 las relaciones integrales

 la comunicación integral

El punto de partida universal de la PIV se asienta en los cuatro módulos básicos, relacionados con las cuatro dimensiones fundamentales de nuestro ser individual, el cuerpo, la mente, el Espíritu y la sombra. Usted es lo único que, para ello, necesita, de modo que, quien así lo desee, ya podría empezar a trabajar. Tenga en cuenta que la práctica coherente de estas cuatro dimensiones movilizará y potenciará su desarrollo global. De este modo será más capaz de funcionar interna y externamente, a través de múltiples perspectivas, con una mayor claridad, presencia y vitalidad en casi todas las dimensiones de su vida.


Figura 2.1 Comenzar con los cuatro módulos básicos


Figura 2.2 Módulos adicionales

Hablando en términos generales, los caminos espirituales tradicionales se han centrado habitualmente en dos o tres de estos módulos, soslayando casi siempre el módulo de la sombra. Por su parte, aunque los caminos modernos y postmodernos del autodesarrollo hayan tenido en cuenta el trabajo con la sombra, han solido desdeñar el módulo de la mente y la mayoría de ellos carecen de la profundidad y el rigor propio de las tradiciones meditativas, lo que les impide abordar adecuadamente el módulo del Espíritu.

Para esbozar adecuadamente una PIV, lo único que necesitamos es elegir una sola práctica en cada uno de los cuatro módulos básicos. Y, si queremos hacerlo sabiamente, deberemos escapar de los errores habituales que, de modos muy diversos, obstaculizan la transformación.

Hay quienes dicen: «¿Y qué pasa si quiero centrarme en un ámbito ajeno a los cuatro módulos básicos?». ¡Obviamente no hay nada que nos lo impida! Siempre podemos tener en cuenta y aportar conciencia a nuestras relaciones y a las funciones clave (relativas a nuestra profesión, nuestras relaciones, nuestra familia, etcétera) a las que se refieren los módulos adicionales. Y, en cualquier momento, nuestro objeto de interés siempre puede centrarse en cualquier módulo. Todos los módulos —tanto los básicos como los adicionales— son importantes. Si, por ejemplo, estamos atravesando una fase en la que pretendemos adaptar nuestra carrera al objetivo de nuestra vida o a la pasión que alienta nuestro corazón, probablemente queramos centrarnos en el módulo del trabajo y desplegar nuestro yo único. En cambio, si acabamos de enamorarnos (o queremos enamorarnos) o estamos trabajando cuestiones relativas a nuestra pareja, probablemente prefiramos centrarnos en el módulo de las relaciones. Y si, por último, estamos estableciendo los cimientos de una nueva familia, probablemente nos interese centrarnos en el módulo del parentaje.

Los cuatro módulos básicos no constituyen, en este sentido, una estructura rígida y dogmática, sino tan sólo un fundamento recomendado. Son muchas las etapas que componen el viaje de nuestra vida y el énfasis de la práctica deberá adaptarse en consecuencia. Los módulos PIV no son más que formas de explicar las dimensiones centrales de nuestra vida. Además, tampoco es necesario considerar a los módulos como unidades rígidas, compartimentalizadas y abstractas de nuestro ser —porque no hay necesidad de relacionarse con uno mismo de un modo distante y estricto. En este sentido, los módulos contribuyen a orientar, equilibrar e integrar la práctica, y los términos exactos son menos importantes que la energía, claridad, sinceridad e intencionalidad con que la emprendamos.

 

Las prácticas estrella


Figura 2.3 estrella

Cada módulo incluye una serie de prácticas a elegir. El módulo del cuerpo, por ejemplo, cuenta con un amplio abanico de prácticas, entre las que cabe destacar el levantamiento de pesas, el aeróbic, los deportes, la natación, el yoga, el chi-kung, la dieta y la nutrición. Cualquier práctica centrada en las dimensiones encarnadas de nuestro ser puede ser considerada como una práctica del módulo corporal. Y, por razones parecidas, prácticas como la oración, la meditación y la adoración, relacionadas con la dimensión espiritual de nuestro ser, pertenecen al módulo del Espíritu.


Figura 2.4 Ejemplo PIV con Módulos de un minuto

Nosotros hemos desarrollado una serie de prácticas recomendadas en cada uno de los cuatro módulos básicos, a las que llamamos Prácticas estrella. Se trata de prácticas originales, basadas en OCON y especialmente adaptadas al siglo XXI, que integran lo mejor de las visiones tradicionales, modernas y postmodernas. Y, por más que algunas sean recopilaciones de prácticas tradicionales despojadas de su lastre religioso y cultural, y que otras hayan sido especialmente diseñadas para satisfacer necesidades nuevas, todas ellas son muy eficaces y abarcan los aspectos más relevantes de la práctica.

En la Figura 2.3 presentamos algunas de las Prácticas estrella de los cuatro módulos básicos que veremos con más detenimiento a lo largo del presente libro. Pero debemos decir al lector que el único modo de saber si una determinada práctica le sirve o le gusta consiste, obviamente, en ponerla en práctica.

¿Apremiado por el tiempo? Pruebe con los Módulos de un minuto

Su PIV puede ser tan amplia y rica como quiera. Sin embargo, para quienes no disponen de mucho tiempo libre, hemos puesto a punto versiones rápidas de las Prácticas estrella a las que llamamos Módulos de un minuto. En este sentido, los módulos de un minuto son Prácticas estrella condensadas en un ejercicio muy eficaz y auténtico cuya práctica requiere muy poco tiempo. Dicho en otras palabras, el módulo de un minuto es una minipráctica estrella que puede emprender casi en cualquier momento y en cualquier lugar, tanto en el trabajo como en el metro, después de comer, entre una clase y otra o antes de acostarse.

Los Módulos de un minuto no reemplazan a las prácticas más intensas. Desde una perspectiva ideal, usted puede contar con una o dos horas al día para llevar a cabo la práctica y, en ocasiones —cuando, está en un retiro, por ejemplo—, puede disponer de más tiempo. Sin embargo, cuando el tiempo con que cuenta es escaso, los Módulos de un minuto le ayudan a permanecer en contacto con la esencia de la práctica, lo que obviamente resulta muchísimo mejor que no practicar.

De este modo, los Módulos de un minuto le permiten llevar a cabo una PIV que no le requiera más de 10 minutos al día. Así podrá seguir practicando aunque esté muy ocupado —¡y eliminar, al mismo tiempo, la principal excusa para no practicar! Cualquiera puede disponer así del tiempo necesario para practicar regularmente una PIV.

¿Tiene tiempo para dedicarse a sí mismo? La aplicación de los principios de la PIV

La práctica nunca concluye. Después de años de dedicación, los practicantes experimentados suelen trabajar con modalidades más sutiles y avanzadas de los mismos módulos. Cuando la práctica ha acabado integrándose en nuestra vida, tendemos a trabajar más profundamente con nuestros estados mentales y emocionales. Entonces es cuando la práctica se profundiza en nuestras relaciones, en el trabajo y en otros módulos adicionales. Y, por supuesto, seguimos trabajando también con los módulos básicos del cuerpo, la mente, el Espíritu y la sombra. El hecho es que nuestra práctica debe adaptarse, flexibilizarse y evolucionar de continuo en la medida en que avanzamos y nos adentramos en estadios nuevos y cada vez más maduros.

La Matriz de la Práctica Integral de Vida


Los principios de la PIV le ayudarán a diseñar y seguir perfeccionando una práctica global, equilibrada y eficaz. De este modo no soslayará nada esencial ni rechazará las dimensiones fundamentales del desarrollo, aun en aquellos momentos en los que se concentre en determinados tipos de crecimiento, como los retiros de meditación o el período de entrenamiento que precede a una competición atlética.

El ejercicio de tres tipos diferentes de salud

La práctica regular nos transforma, tanto de forma espectacular como sutil. Y esto es algo que queda muy claro cuando tenemos en cuenta los tres tipos de salud que presentamos a continuación:

1 Salud horizontal: La plenitud dinámica de las posibilidades de conciencia, vitalidad y respeto con que contamos en el estadio actual del desarrollo en el que nos encontremos.

2 Salud vertical: El desarrollo continuo hacia una mayor conciencia y complejidad, que trasciende viejas formas de ser y avanza hacia nuevos estadios del desarrollo.

3 Salud esencial: El contacto, la conexión y la realización del Espíritu que tenemos, en cualquier estadio del desarrollo, con el Misterio, Talidad o Esidad de éste y de cualquier otro instante.

La PIV asume e integra estas tres modalidades diferentes.

Aun en aquellos momentos en los que las circunstancias vitales parecen colocar en primer plano otros aspectos de nuestra vida, como el trabajo o la familia, siempre contamos con herramientas que nos permiten flexibilizar la práctica y darle la forma adecuada. De hecho, el modo en que asumimos nuestra Práctica Integral de Vida puede evolucionar con el paso del tiempo y las líneas directrices generales pueden acabar convirtiéndose en un firme compromiso que orienta de manera natural todos y cada uno de los instantes de nuestra vida. De este modo, no sólo habrá lugar, por decirlo así, para la inhalación, sino también para la exhalación o, lo que es lo mismo, para todas las cualidades y fases de una vida humana sana.

Principios de la práctica

No hay apaños rápidos

Una de las razones por las que la llamamos Práctica Integral de Vida es porque no hay apaños rápidos. No le quepa la menor duda de que, si los hubiera, nosotros los recomendaríamos. ¡Una de las lecciones más duras que, en la última mitad del siglo, nos ha enseñado el movimiento del potencial humano, es que los talleres de fin de semana no funcionan! Y lo mismo podríamos decir con respecto a los talleres intensivos de una semana o hasta de un mes. La única forma de alentar la transformación sostenida es la práctica comprometida, duradera y cotidiana.

El camino más corto y rápido para provocar el cambio duradero pasa por un estilo de vida que incluya, al menos, los cuatro módulos básicos y abrace alguna forma de PIV. Y esto, aunque parezca requerir mucho tiempo (¡y hay ocasiones en que un minuto parece eterno!), nos ayuda a movilizar nuestras potencialidades, activar nuestra energía y nuestra atención, intensificar nuestra eficacia y disfrutar de la vida. ¡No hay razones, pues, para demorar el comienzo de nuestra PIV!

El entrenamiento alterno integral

El entrenamiento alterno típico es habitualmente muy chato. Ejercita, por ejemplo, el aeróbic, el levantamiento de pesas y el yoga… pero todo ello tiene lugar a un nivel estrictamente físico. ¿Qué sucedería si aplicásemos el mismo principio del entrenamiento alterno —según el cual, lo que hayamos logrado en una dimensión cataliza el avance en todas las demás— a todos los niveles y dimensiones de nuestro ser? Porque ésa es precisamente la idea. La investigación preliminar realizada en este sentido sugiere, por ejemplo, que el meditador que también levanta pesas acelerará más el avance de su meditación que el que no lo haga, y viceversa, que el levantador de pesas que medita acelera también su práctica de levantamiento de pesas. Éste es un fenómeno al que podríamos denominar sinergia alterna integral. Los cuatro módulos esenciales activan simultáneamente diversas y poderosas sinergias existentes entre el cuerpo y la mente, entre el Espíritu y el cuerpo, y entre la sombra (es decir, el inconsciente) y el Espíritu. Y éste es un beneficio que se ve acentuado por el ejercicio de los módulos adicionales.

Aunque algunas prácticas se centren más en un módulo que en las demás, tiene lugar un cierto efecto dominó, porque el compromiso con un módulo en una determinada dimensión vital aumenta la eficacia del resto de los módulos en las demás dimensiones. Éste es el poder del entrenamiento alterno, lo que explica que, aunque el módulo de la sombra se dirija fundamentalmente a la dinámica psicológica interior, acabe influyendo en muchos aspectos de nuestra vida. Cobrar, pues, conciencia de los contenidos de la sombra y apropiarnos de ellos no sólo aumenta la intimidad y sinceridad de nuestras relaciones, sino que libera también la energía reprimida en nuestro cuerpo, aclara y aumenta la eficacia de nuestro trabajo, intensifica nuestra autenticidad y nuestra conducta ética, y puede llegar incluso a mejorar nuestras finanzas (como sucede, por ejemplo, cuando el trabajo con la sombra nos permite enfrentarnos y superar los miedos inconscientes hacia el dinero y el poder).

Un enfoque post-metafísico

El siguiente principio —más teórico pero no, por ello, menos importante— afirma que la PIV es “post-metafísica”, un calificativo que significa que no existe ninguna visión de la realidad que se presente sencillamente ante nuestra conciencia como un dato. Dicho en otras palabras, toda perspectiva es enactuada, lo que significa que, para ver algo, tenemos que hacer algo. Así, por ejemplo, si queremos saber si está lloviendo, tendremos que echar un vistazo por la ventana; si queremos ver una ameba, deberemos utilizar un microscopio y, si queremos entender de qué diablos hablan los maestros zen, nos veremos obligados a meditar.

La vieja metafísica asume que la realidad se presenta sencillamente ante nuestra conciencia sin intermediación alguna de contextos, acciones y percepciones. Pero, según la visión postmetafísica integral, si queremos experimentar una realidad integral tendremos que acometer una práctica integral. Nada, pues, de lo que presentamos en este libro debería ser tomado como una simple proclamación de la verdad porque, en todos los casos, para corroborar la veracidad de lo que alguien considera “verdad”, el lector deberá seguir una determinada práctica.

Si el lector, por ejemplo, quiere conocer la verdadera existencia de las lunas de Júpiter, deberá familiarizarse con los principios de la astronomía y mirar luego a través de un telescopio. Y si, del mismo modo, quiere conocer la verdadera existencia del satori del zen o de la iluminación, deberá familiarizarse con el zen y meditar y contemplar luego directamente la naturaleza de su mente. En lugar, pues, de tragarnos acríticamente algo o de vomitarlo escépticamente, la visión post-metafísica nos obliga a asumir una actitud abierta e inquisitiva. En cierto modo, la post-metafísica es una expresión del impulso científco —es decir, de la experimentación empírica y de la validación experiencial— que no se limita al plano material, sino que incluye todos los niveles y dimensiones de nuestro ser.

Conciencia, respeto y presencia

La esencia de la Práctica Integral de Vida no se limita al ejercicio de determinadas prácticas. Muy al contrario, insiste en el compromiso sincero de aportar conciencia, respeto y presencia a cada momento de nuestra vida —e intensificar, de ese modo, nuestra conciencia, nuestro respeto y nuestra presencia. Quien emprende una PIV aspira naturalmente a un cuerpo sano, una mente clara, un corazón abierto y el compromiso con un objetivo superior. Y ello no sólo se expresa en el modo en que respiramos y nos sentamos a lo largo del día, sino en el modo también en que trabajamos, en que tratamos a nuestra pareja y en que nos enfrentamos al estrés… es decir, en todos los aspectos y en todos los momentos de nuestra vida.

 

Ser conscientes y amar —es decir, ver, sentir y ser en el momento— es algo realmente muy profundo que nos obliga a liberarnos de la fijación a toda perspectiva, para ser así libres y flexibles y evolucionar con la vida.

La Práctica Integral de Vida es paradójica. Como sucede con los “caminos graduales” de los que hablan ciertas tradiciones, que implican décadas de atención diligente, la práctica va profundizándose con el paso del tiempo. Desde el mismo comienzo, sin embargo, el camino se ve puntuado por momentos de despertar y libertad súbita, experiencias cumbre en las que la conciencia va poniéndose de manifiesto gradualmente. Entonces es cuando advertimos provisionalmente la verdadera naturaleza de las cosas. Pero, si esa experiencia cumbre se repite con la suficiente frecuencia, el espíritu de la conciencia libre acaba impregnando toda nuestra vida.

Por ello decimos que el camino universal es tan gradual como súbito… y, del mismo modo, tan genérico como específico. Y es que, aunque este libro se asemeje a un manual del “modo en que debemos hacer las cosas”, la PIV no se limita a ser un programa de autoperfeccionamiento. Ofrece un extracto de los procesos universales de despertar a los estados y estadios superiores de la conciencia. Desde cierta perspectiva, uno puede empezar “haciendo el proceso” pero, desde otra, es el proceso el que “acaba haciéndonos a nosotros”.

La libertad a la que el ser humano despierta ha estado siempre presente. En consecuencia, jamás hubo problema alguno y nunca nadie necesitó transformarse. Paradójicamente, sin embargo, la transformación también es importante y por ello estamos profundamente agradecidos. En el momento de la realización vemos nuestro camino como lo que realmente es, un mero pretexto para el despertar incondicional. La práctica se asienta en la bondad, la verdad, la belleza y la alegría misma de vivir la práctica.

La Práctica Integral de Vida sigue evolucionando y profundizándose durante toda nuestra vida, haciéndose cada vez más íntima y real. ¿Cómo debemos enfrentarnos a la frustración, la decepción y el sufrimiento? ¿Cómo deberíamos responder cuando alguien nos ataca? ¿Qué debemos —o, mejor dicho, qué podemos— hacer cuando muere un ser querido? ¿Cómo debemos enfrentarnos a la cruda e inevitable realidad de la pérdida, el envejecimiento y la muerte?

Porque es precisamente entonces cuando se pone claramente de relieve la importancia de la práctica. El hecho de que podamos echar luz sobre las cuestiones relativas a la sombra, de que podamos equilibrar nuestro cuerpo con el adecuado ejercicio y nutrición, de que podamos asumir múltiples perspectivas, de que nuestro sistema nervioso pueda liberar las tensiones y de que podamos aumentar nuestro contacto con la vida y con la verdad acaban determinando nuestra experiencia inmediata, lo presentes y amorosos que podamos estar con todo lo que aparezca y el modo de emplearlo para crecer.

Pero la práctica no sólo nos ayuda a enfrentarnos a las cuestiones difíciles, sino también a las cuestiones hermosas. La vida es infinitamente maravillosa y sorprendente. El enamoramiento… el nacimiento de un bebé… tener una idea nueva y brillante… servir a una causa superior… emprender una nueva empresa… viajar y experimentar otras culturas… entender la naturaleza de la realidad… crear o disfrutar de una hermosa obra de arte… A todo eso, nos guste o nos desagrade, también estamos sometidos.

La luz del Espíritu puede cegarnos como mil millones de soles, la belleza de una simple lágrima puede fundir nuestro corazón y el amor verdadero puede aplastarnos como si de una montaña se tratase… hasta que nuestra pareja dice algo que nos molesta o enfurece, y la belleza y el amor parecen desvanecerse… para regresar al poco y redescubrir nuevamente el equilibrio, la libertad, la felicidad, la cordura, la unidad y la normalidad. Entonces todo empieza de nuevo.

¡De eso precisamente trata la práctica!

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