María Claudia Falcone

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Из серии: Sociología y Política
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María Claudia Falcone
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Leonardo Marcote

MARÍA CLAUDIA FALCONE

POLÍTICAS REVOLUCIONARIAS EN BACHILLERATOS DE LOS AÑOS 70


Sobre María Claudia Falcone

"Ella (María Claudia Falcone) era una dirigente política, no era una chica que estaba pidiendo el boleto escolar nada más así como una cosa romántica".

Estela Barnes de Carlotto. Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

***

"Minuciosa investigación de un empeñoso periodista como Leonardo Marcote, graduado como tal en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo".

Jorge Falcone. Hermano de María Claudia Falcone.

***

Más de 7 años de investigación, una treintena de entrevistas a familiares directos, compañeros de estudio, de militancia, amigos, conocidos; diarios de la época, libros, documentos. La vida de María Claudia Falcone -desaparecida cuando era una joven estudiante de 16 años del Bachillerato de Bellas Artes de la ciudad de La Plata- y el contexto histórico de las formas organizativas en las luchas de los jóvenes estudiantes de los bachilleratos de los años 70 bajo un terrorismo de estado nacido en democracia con la CNU y la Triple A, y su implementación total bajo la dictadura cívico-militar desde 1976. Jóvenes militantes con diversos niveles de compromiso, desde el Medio Boleto Obrero Estudiantil, actividades de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), trabajo voluntario de alfabetización y salubridad en villas miserias, volanteadas, pintadas y una participación política emprendida desde su ser solidarios con conciencia social para subvertir una realidad plagada de injusticias.

De la nota editorial por Marcelo Cafiso


LEONARDO MARCOTE

Nació en 1984 en Temperley. Estudio Periodismo en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (UPMPM).

María Claudia Falcone. Políticas revolucionarias en bachilleratos de los años 70 es su primer libro.

Índice

  Cubierta

  Portada

  Sobre este libro

  Dedicatoria

  Nota editorial

  Una noche y millones de lápices para escribir María Claudia

  Epígrafe

  Se llevaron a María Claudia

  Juntos dimos por abolido el imperio de la tristeza

  La generación de los sueños pendientes

  Los Falcone

  El Normal 2

  La gordita Falcone

  Hija del Aramburazo

  La revolución estaba a la vuelta de la esquina

  Los pendejos de Perón

  El Bachillerato Bellas Artes

  Fuera Anglada

  La vida era una fiesta

  Delegada

  Su voz era muy cautivadora

  Rendir tributo al difunto

  AAA-CNU

  Cataratas

  Clandestinidad

  “Comisarios de cuatro cuarteles la visitan en la rectoría”

  Aprendiendo a manejar la libertad

  24 de Marzo de 1975

  “Los botones nos reprimen y no podemos estudiar”

  El boleto estudiantil

  “Eso, eso, eso, boletos a un peso”

  Piezas del rompecabezas

  Cine, peñas… y represión

  Roberto

  Resistir es organizar

  Las balas empiezan a pegar cerca

  Los quilomberos

  Marimonia

  Diciembre 1975

  16 de Enero 1976

  Del socialismo nacional al genocidio

  El bachillerato del proceso militar

  Su andar callejero era de sol a sol

  “Ahora más que nunca hay que luchar”

  “Nucha”

  “Gracias a Guillermo se limpió de zurditos la Universidad”

  El Circuito Camps

  Los últimos días

  La última primavera

  El banco

  Con los dedos en ‘ve’

  La Noche de los Lápices

  “Ya estoy muerta”

  El destino final

  Ni caperucita ni el lobo, militante

  “Que me perdonen los muertos de mi felicidad”

  La abuela y la tía

  Nelva por Estela

  Hasta la victoria final

  Claudia por todos

  Palabras para Claudia

  Bibliografía

  Agradecimientos

  Créditos

  Otros títulos de esta editorial

A mi hija Agustina Claudia

NOTA EDITORIAL

Nos interesa la verdad. Partimos de esa premisa para publicar los títulos de nuestra editorial. Y cuando llegan a nuestras manos textos como el presente nos adentramos en la investigación con dedicación y pasión.

Si bien cada vez más un amplio sector de la sociedad tiene conciencia de lo sucedido, sobre este retazo de nuestra historia, hay muchos jóvenes —y otros no tanto—, que desconocen, o tienen una vaga idea, o repiten la narración tergiversada: por formadores de opinión desde medios de comunicación masiva dominantes; o poseen la visión de la película de “La noche de los lápices”. Todo esto nos motiva aún más a trabajar con denodado esfuerzo para que este libro gane las calles y los lectores. Porque nuestra historia se está escribiendo y es indispensable difundir libros necesarios que enarbolen las banderas de memoria, verdad y justicia. El autor con su obra, claramente emprende ese desafío.

 

Más de 7 años de investigación, una treintena de entrevistas a familiares directos, compañeros de estudio, de militancia, amigos, conocidos; diarios de la época, libros, documentos. La vida de María Claudia Falcone —desaparecida cuando era una joven estudiante de 16 años del Bachillerato de Bellas Artes de la ciudad de La Plata— y el contexto histórico de las formas organizativas en las luchas de los jóvenes estudiantes de los bachilleratos de los años 70 bajo un terrorismo de estado nacido en democracia con la CNU y la Triple A, y su implementación total bajo la dictadura cívico-militar desde 1976.

María Claudia estudió en un ambiente donde muchos directores, profesores, preceptores, eran buchones, marcadores, linternas para descubrir pimpollos de subversión y podarlos de un machetazo criminal. Historia repetida en todo centro de estudio en aquellos años.

Jóvenes militantes con diversos niveles de compromiso, desde el Medio Boleto Obrero Estudiantil, actividades de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), trabajo voluntario de alfabetización y salubridad en villas miserias, volanteadas, pintadas y una participación política emprendida desde su ser solidarios con conciencia social para subvertir una realidad plagada de injusticias.

En las palabras de los entrevistados encontraremos algunas de las respuestas a las preguntas que nos hacemos sobre aquella época y las particularidades de los jóvenes estudiantes desde lo más simple y trivial hasta el compromiso político. Y es justamente la disparidad de voces sobre ese compromiso social y político, lo que nos da una visión más amplia que si escucháramos solamente las voces de familiares o compañeros de militancia de María Claudia. Todo el mosaico de opiniones y recuerdos aporta un valor extra al contenido de la obra ya que nos adentra en un maravilloso ejemplo de vida, muy a pesar de los detractores de la lucha que pretenden hacer énfasis en el desenlace. Desenlace que no es el fin de su presencia, porque su nombre, ejemplo, energía y espíritu de acción para intentar modificar algo de lo podrido del sistema ha contagiado a otros jóvenes.

Este libro tiene ese claro objetivo: contagiar con la verdad para cambiar la mentira en que vivimos.

Desde El Bohío,

Marcelo Cafiso

Marzo de 2017

UNA NOCHE Y MILLONES DE LÁPICES PARA ESCRIBIR MARÍA CLAUDIA

EL ORGULLO INDESCRIPTIBLE DE HABER SIDO LO QUE SE ELIGIÓ SER

Vivo en una quinta de City Bell (Partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires) que mi madre me ayudó a comprar aceptando oportunamente la indemnización por el secuestro y asesinato de mi hermana. Que una luchadora comprometida con la liberación nacional fuese capturada y perdiera la vida a manos de un gobierno de facto formaba parte de los riesgos a correr, pensaba mi madre. Pero que se la torturara y violara durante meses, arrojándola finalmente a una fosa común anónima ya era una canallada digna de indemnización por parte de un Estado democrático. Así pensaba. Hoy sólo salgo de ese sitio para trabajar, hacer mi cine, o imaginar nuevos rumbos junto a los jóvenes. Porque estoy muy enojado con el mundo que nos toca. Para mantener la cordura, así como para testimoniar ante las nuevas generaciones y los Juicios de la Verdad, me he tomado el trabajo de reflexionar profundamente sobre “los años de plomo”, compromiso que no asumo como víctima sino como victimario de la injusticia.

En la era de las redes sociales, la figura de María Claudia Falcone ha venido siendo objeto tanto de devoción popular como de escarnio reaccionario. Ortega y Gasset elegía hablar de “el hombre y sus circunstancias”. Para revisar el periplo existencial de aquella joven de ojos glaucos que juzgó pertinente apostar su suerte a un orden más justo para los más humildes, bienvenida sea esta minuciosa investigación de un empeñoso periodista como Leonardo Marcote, graduado como tal en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, que con pertinacia detectivesca - y a través de la feliz iniciativa de Editorial Nuestra América -, aporta una reseña biográfica con cuya aparición da por cumplido un viejo y caro anhelo, brindándole a las nuevas generaciones una visión mucho más rigurosa de los acontecimientos abordados, y a la familia de la protagonista la oportunidad hasta ahora esquiva de completar un duelo necesario.

Yo me limitaré a analizar las circunstancias que llevaron a mi hermana a ser quien es para la mayoría de l@s jóvenes, y a reflexionar brevemente acerca de qué lección deja el legado de la generación a la que perteneció.

SI A LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS QUE GANAN...”

En aquel mundo bipolar pactado en Yalta, buena parte de la Generación del 70 puso en acto el belicismo expresado por un líder nacional de extracción castrense: “Por cada uno de los nuestros que caigan, caerán cinco de los suyos”, “Los vamos a colgar con alambre de fardo”, “Al enemigo ni justicia”, “La violencia en manos del pueblo no es violencia sino justicia”, “La violencia de arriba engendra la de abajo” (para muestra basta consultar el apartado “La guerra integral” del documental “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder” oportunamente realizado por Pino Solanas y Octavio Getino)

Lamentablemente, aquel pensamiento de época derrapó hacia el breve interregno democrático reconquistado en 1973. ¿Cabía entonces en 1975 apelar a la acción directa contra un gobierno constitucional como el de Isabel - López Rega? La traición al Programa del FREJULI y el asedio paraestatal de la Alianza Anticomunista Argentina nos condicionó a entenderlo así, al punto de pasar a la clandestinidad.

Ante el saqueo y baño de sangre inaugurados en 1976 consideramos erróneamente que semejante embate no tardaría en unificar a la oposición popular. Pero aquella reacción se demoró prudentemente buscando escudriñar al gobierno de facto. La moraleja resultante fue que “cuanto peor… peor”.

El momento que atraviesa nuestro país justifica plenamente volver a preguntarse si hubo en la Argentina reciente más de UN terrorismo. La definición que otorga al término la Real Academia Española es:

1. m. Dominación por el terror.

2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.

3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.

Aunque no comparto la sacralización sin beneficio de inventario de una rebelión generacional fallida, estoy convencido de lo inapropiado de aplicar aquel calificativo para describir su proceder.

Pero como la memoria también es un capital en disputa, concluiremos que su abordaje quedará sujeto al devenir de la lucha política y los relatos legitimadores que esta vaya generando. Hasta que seamos capaces de construir una visión ecuánime y mayoritariamente consensuada.

SIGLO XXI: ANTE NUEVAS FORMAS DE DOMINACIÓN, NUEVAS ESTRATEGIAS DE LUCHA

Referirme a mi hermana siempre me remite a la idea de que no fue ni mejor ni peor que la Generación 2.0, sino igual a la época que le tocó vivir. Y dicha circunstancia remite a un mundo bien diferente a este. Aquel mundo resultante de la segunda posguerra mundial, con un occidente bajo la influencia norteamericana y un oriente bajo la soviética, y un sinnúmero de países no alineados de Asia, África, y América Latina en lucha por su emancipación, constituyendo el llamado Tercer Mundo. Por entonces estaba muy lejos de cumplirse el vaticinio del comunicólogo canadiense Marshall Mc Luhan acerca de la “Aldea Global”, fenómeno que gracias a las TICs ha transformado al mundo en un barrio.

La larga marcha del pueblo argentino emprendida por los malones originarios, la montonera federal, la chusma Yrigoyenista, el movimiento libertario, y los descamisados de Perón y Evita generó hacia mediados de los años 40 una inédita experiencia de organización y fortalecimiento de los sectores populares que - con sus aciertos y limitaciones - desafió a los dueños del poder, quienes hicieron sentir su escarmiento hacia 1955. Los casi 18 años posteriores de resistencia por todos los medios hacia 1973 consiguieron arrancar un breve lapso democrático, abortado en 1976 a causa de la radicalización de la lucha sindical y la creciente demanda de participación en el reparto del PBI por parte de la clase trabajadora. Como si nuestro pueblo hubiera ahorrado durante casi dos décadas un capital de experiencia dentro de una alcancía que el gobierno de facto vino a destruir descapitalizándonos de un patrimonio de lucha (repliegue del pensamiento estratégico, erosión del sentido de solidaridad, mengua del rigor organizativo). El genocidio atentó pues contra la materialidad y la subjetividad de los argentinos: Hubo que desaparecer a cerca de 30.000 personas para hacer desaparecer luego el plato de comida de la mesa de todos los argentinos. La democracia condicionada que sobrevino en 1983 inauguró un período tácitamente acordado entre la clase política y los genocidas en retirada, status quo sólo cuestionado a fondo durante el Argentinazo de 2001.

A 40 años del intento más feroz por postrar a nuestra Patria poniéndola al servicio de las grandes corporaciones multinacionales, este nuevo mundo multipolar nos enfrenta a inéditos desafíos: Ya no se trata sólo de que una clase social prevalezca sobre la otra, sino de tomar conciencia de que la humanidad toda, esclava del paradigma desarrollista del progreso ilimitado, peligra en su totalidad, como lo diagnostican numerosos científicos que vaticinan que a este tren de explotación de nuestros recursos naturales el planeta no duraría más de dos siglos. La latitud geopolítica que ocupamos remite a uno de los más codiciables reservorios de riqueza alimentaria de un mundo severamente hambreado. Como ocurre en estas horas con la Venezuela bolivariana en pos del petróleo, el poder imperial viene sin piedad por nuestras riquezas. Los grandes movimientos nacionales del Siglo XX han cumplido su ciclo ofreciendo lo mejor de sí, el compromiso perentorio de una nueva alternativa popular consiste en ajustar su diagnóstico de la crisis civilizatoria, estudiar el nuevo perfil del colonialismo (que tanto viene comprometiendo nuestra soberanía alimentaria, sobre todo a partir de la expansiva voracidad china), definir a la nueva oligarquía volcada a los agronegocios y el extractivismo, estudiar al nuevo sujeto social del cambio que - superada la era metalmecánica e imperando la telemática - seguramente ya no será exclusivamente la clase obrera industrial que protagonizara las transformaciones del pasado, y - obviamente - poner en debate las viejas ideas sobre la toma del poder. En todo caso, lo más alentador quizá sea advertir a diario que a pesar de la lección más terrorífica de la clase dominante, los argentinos no nos hemos transformado en un rebaño de ovejitas, y seguimos dispuestos a RESISTIR Y LUCHAR. -

JORGE FALCONE

Tengo curiosidad por saber qué cosas dirán de mí; después de mi muerte; cuáles serán tus versiones del amor, de estas afinidades tan desencontradas, porque mis amigos suelen ser como las señales de mi vida, una suerte trágica, dándome todo lo que no está.

Francisco “Paco” Urondo

SE LLEVARON
A MARÍA CLAUDIA

“MI HERMANA no era un personaje épico, ni una guerrillera heroica. Era una mina común y corriente que pensaba fumarse un porro, besarse a un pibe o ir a bailar. Pero tenía –eso nos viene de familia– una enorme sensibilidad social”, dice Jorge Delfor Falcone, hermano de María Claudia y el último secretario nacional de Prensa de la organización revolucionaria Montoneros.

Aun retumban en sus oídos los golpes de su madre contra el postigo de la ventana de su casa clandestina, la madrugada del 16 de septiembre de 1976. “Se llevaron a María Claudia”, susurró Nelva Méndez de Falcone y fue suficiente para que la familia entrara en pánico.

 

Un mes antes de su desaparición, Claudia había estado junto a su familia celebrando su cumpleaños. Dieciséis años recién cumplidos tenía cuando los militares la secuestraron junto a su compañera María Clara Ciocchini, en el edificio de la calle 56, número 586, de la ciudad de La Plata. En el departamento número 1, del sexto piso, vivía Rosa Matera “Tata”, una tía que estaba enferma y por ese motivo, Nelva y Claudia se turnaban para cuidarla.

Para aprovechar el tiempo que dedicaba al cuidado de la tía, Claudia y María Clara Ciocchini, dirigente perseguida de la UES de Bahía Blanca, que también se refugiaba en aquel sitio, decidieron organizar allí sus reuniones clandestinas. En pocos días el departamento pasó a ser una casa operativa de la agrupación y alteró la rutina de un consorcio tranquilo, que de golpe se vio sorprendido por la cantidad de jóvenes que visitaban a la anciana.

La tarde del 15 de septiembre, Claudia se comunicó con su papá y le pidió dinero para buscar otro refugio. El viejo militante peronista que se salvó de ser ejecutado por la Revolución Libertadora, en junio del ’56, entendió de inmediato la situación y se dirigió a su encuentro. Como era común en esos tiempos, rápidamente le entregó el dinero, y luego de darle un beso, caminaron en distinta dirección.

Las chicas dieron varias vueltas por la ciudad. Cuando comenzaba a oscurecer, y al no haber conseguido otro escondite, decidieron que lo mejor era volver al departamento. No es ilógico pensar que la charla que mantuvieron aquella noche giró en torno a procurar un lugar más seguro, ya que en los últimos días habían dado muchas vueltas antes de entrar al edificio porque temían ser perseguidas. María Clara era dos años más grande que Claudia y tenía el grado de oficial dentro de la organización político-militar. En ese momento ella era la responsable política de Claudia.

Nada parecía alterar la calma aquella noche. La tía descansaba de sus dolores y es probable que Claudia se haya dedicado a terminar de diseñar unas láminas que debía entregarles a sus compañeras del Bachillerato. Ellas recuerdan que luego de despedirse de clase ese 15 de septiembre, les prometió que se encargaría de llevar los materiales que necesitaban para una de las materias. Claudia era una excelente dibujante y tenía el mejor promedio de la división. Aun en los momentos más duros de la represión disfrutaba de sus clases de dibujo.

Mientras se disponía a cumplir su promesa, la policía ya había liberado la zona que rodeaba el edificio y le daba vía libre al ejército para que actuara. En los primeros minutos de la madrugada del 16 de septiembre, un camión de la fuerza estacionó en la puerta del edificio, descendieron varios uniformados y entraron.

“El portero contó que fueron intimadas a rendición por parte de un grupo de civiles armados que irrumpió violentamente en el hall. Las chicas corrieron escaleras arriba amenazando a los intrusos con abrir fuego, pero la conciencia fatal de que se hallaban en el estrecho pasillo de un edificio de departamentos lleno de familias las hizo desistir de armar un tiroteo. Y buscaron refugio en casa de la tía “Tata”, que a esas horas descansaba ignorándolo todo. Una vez que llegaron allí, trabaron la puerta como pudieron y pensaron en arrojarse hacia alguna terraza lindera, pero estaban en un sexto piso y toda opción era muy arriesgada.

“Durante esas cavilaciones, los matones tumbaron la puerta, encerraron a la sobresaltada dueña de casa en su habitación y redujeron a ambas dirigentes de la UES para encaminarse, acto seguido, al baño del departamento. Retirando la tapa plástica del botón del inodoro, recogieron un gancho del que pendía una bolsa de polietileno que protegía varias armas cortas y algunas pepas (granada de fabricación montonera) perteneciente a la agrupación. La tía, que logró espiar sin ser advertida, pudo apreciar que se movieron con datos precisos. Por último, las sacaron a empujones conduciéndolas a un camión del Ejército apostado frente al edificio, en el que según testimonio de la peluquera del barrio aguardaba personal militar en uniforme de fajina”.1

Jorge en aquel momento estaba viviendo con su esposa Claudia Carlotto y un grupo de compañeros en una casa clandestina. Los golpes de Nelva contra la ventana lo despertaron. No lo podía creer. Quedó en estado de shock. No había certezas de que hacer en una situación así. Sólo salir a buscarla, ¿pero dónde? Salieron los cuatro juntos en el auto de Falcone padre y dieron varias vueltas por la ciudad. Se detuvieron en la Plaza Dardo Rocha. Allí Jorge les recomendó: “Vayan al regimiento 7 de infantería, vayan a la curia, vayan al Partido Justicialista, hagan un habeas corpus”.

Ellos no podían acompañarlos, los dos militaban en Montoneros y por seguridad tampoco volvieron a la casa clandestina. Decidieron ir a un hotel alojamiento. Jorge temblaba y luego de dar algunas vueltas en la habitación se acostó, cerró los ojos y se puso a pensar en María Claudia. Buscaba su sonrisa cómplice, necesitaba descansar; por eso buscó refugio en las palabras mágicas que juntos imaginaron de pequeños para conjurar la adversidad.

–Picoque –repitió–. Picoque, hermana.

Y se durmió.

1 Jorge Falcone, Memorial de Guerra Larga, Un pibe entre ciento de miles, De La Campana, 2001.

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