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Los afectos religiosos
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Los Afectos

Religiosos

La Válida Experiencia Cristiana

por Jonathan Edwards

Publicaciones Faro de Gracia

P.O. Box 1043

Graham, NC 27253

USA

Primera Edición, impresa en EEUU, 2000

Segunda Edición, impresa en Colombia, 2011

Publicado por:

Publicaciones Faro de GraciaP.O. Box 1043 Graham, NC 27253

ISBN: 978-1-629461-22-9

Este libro fue traducido de una versión abreviada en inglés titulada: “The Experience That Counts” publicada por Grace Publications Trust y en su versión original en inglés por Banner of Truth Trust. El título de la versión original en inglés es: “A Treatise Concerning Religious Affections” por Jonathan Edwards.

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Grace Baptist Mission (139 Grosvenor Ave. London N52NH England) y Banner of Truth(3 Murrayfield Road, Edinburgh, EH126EL) para traducir e imprimir este libro al español.

Traducción realizada por Stan Line

© Publicaciones Faro de Gracia. Derechos Reservados para la traducción al español.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso

Contenido

PREFACIO

PARTE PRIMERA: LA NATURALEZA DE LAS EMOCIONES Y SU IMPORTANCIA EN EL CRISTIANISMO

Comentarios Introductorios

¿Qué son las Emociones?

La religión verdadera tiene mucho que ver con las emociones

Las Diferentes Emociones

El Amor, Resumen de la Verdadera Religión

David, Pablo, Juan, y Cristo como ejemplos de emoción santa

Las Emociones en el Cielo

Las Emociones y Nuestros Deberes Religiosos

Las Emociones y la Dureza de Corazón

¿Qué lecciones en cuanto a la emoción podemos aprender de todo esto?

PARTE SEGUNDA: SEÑALES INVALIDAS PARA COMPROBAR QUE NUESTRAS EMOCIONES SEAN PRODUCTO DE UNA VERDADERA EXPERIENCIA DE SALVACIÓN

El que nuestras emociones sean vivas y fuertes no comprueba que sean o no sean espirituales

El que nuestras emociones tengan un gran impacto sobre nuestro cuerpo no comprueba que sean o no espirituales.

El que nuestras emociones produzcan gran fervor y disposición de hablar del cristianismo no comprueba que sean o no espirituales.

El que no hayamos producido nuestras emociones por nuestros propios esfuerzos no comprueba que sean o no espirituales.

El que nuestras emociones vengan acompañadas por un versículo bíblico no comprueba que sean o no espirituales.

El que nuestras emociones aparentemente tengan amor no comprueba que sean o no espirituales

El que experimentemos gran variedad de emociones no comprueba que estas sean o no espirituales

El que consolaciones y gozos se sucedan en cierto orden no comprueba que nuestras emociones sean o no espirituales

El que nuestras emociones nos lleven a pasar mucho tiempo en los deberes externos de la adoración cristiana, no comprueba que sean o no espirituales

El que nuestras emociones nos lleven a alabar a Dios con nuestras bocas no comprueba que sean o no espirituales

El que nuestras emociones produzcan la seguridad de la salvación no comprueba que sean o no sean espirituales

No podemos saber si las emociones de una persona son espirituales o no, solo porque las cuenta de una manera conmovedora

PARTE TERCERA: SEÑALES DISTINTIVAS DE LAS VERDADERAS EMOCIONES ESPIRITUALES

Comentario Introductorio

Las verdaderas emociones espirituales nacen de influencias espirituales, sobrenaturales y divinas en el corazón

El enfoque de la emoción espiritual es la hermosura de las cosas espirituales, no nuestro interés propio

Las emociones espirituales están basadas en la excelencia moral de las cosas espirituales

Las emociones espirituales nacen de un entendimiento espiritual

Las emociones espirituales traen una convicción de la realidad de las cosas divinas

Las emociones espirituales siempre existen lado a lado con la humildad espiritual

Las emociones espirituales siempre existen simultáneamente con un cambio de naturaleza

Las emociones espirituales verdaderas difieren de las falsas en que promueven un espíritu de amor, humildad, paz, perdón y compasión, parecido al de Cristo

Las emociones espirituales verdaderas ablandan el corazón y existen junto con una ternura de espíritu cristiana

Las emociones espirituales verdaderas, contrario a las falsas, demuestran belleza de balance y simetría

Las verdaderas emociones espirituales producen una añoranza por mayor santidad, mientras que las emociones falsas descansan, satisfechas consigo mismas

El fruto de las emociones espirituales verdaderas, es la práctica cristiana

La práctica cristiana es la principal señal para los demás de las sinceridad de uno que profesa ser cristiano

La práctica cristiana es señal segura de conversión para la conciencia de la persona misma

Conclusión

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PREFACIO

La pregunta fundamental para la raza humana y para cada persona como individuo es esta:¿Cuales son los rasgos distintivos de las personas que disfrutan del favor de Dios, aquéllas que van camino al cielo? Esta, sólo es otra manera de preguntar: ¿Cuál es la naturaleza de la verdadera religión? ¿Qué tipo de religión personal es la que Dios aprueba?

Es difícil responder con objetividad a una pregunta tan discutible. Aún más difícil es escribir al respecto con objetividad. Y lo más difícil de todo es tener objetividad al leer algo referente a este tema. Es probable que ofenda a muchos de mis lectores encontrar que en este libro he criticado, tantas emociones y experiencias religiosas. Tal vez, puede que otros se enojen al ver las cosas que he defendido y aprobado. He tratado de mantener el equilibrio. No es fácil apoyar lo bueno de los avivamientos religiosos y a la vez, ver y rechazar lo que en ellos está mal. Sin embargo, si queremos que el reino de Cristo prospere, sin duda, tendremos que hacer las dos cosas.

Admito que hay algo muy misterioso aquí. ¡Tanto bien y tanto mal se hallan mezclados dentro de la iglesia! Es igual de misterioso como la mezcla de tanto bien y tanto mal en un cristiano individual. No obstante, ni uno ni otro de estos misterios es nuevo. No es novedad que una religión falsa aparezca y prospere en un momento de avivamiento, ni que entre creyentes verdaderos aparezcan hipócritas. Esto sucedió en el gran avivamiento que hubo en los días de Josías, como vemos en Jeremías 3:10 y 4:3-4. Fue igual en los días de Juan el Bautista. Juan conmovió a todo Israel con su predicación, y sin embargo poco después, la mayoría ya se había echado atrás. Juan 5:35: “vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.” Otra vez, cuando predicó Cristo, sucedió la misma cosa. Muchos lo admiraron por un tiempo, pero pocos fueron fieles hasta el final. (Juan 6:66) Y una vez más, cuando predicaron los apóstoles, se repitió la historia como sabemos por las herejías y divisiones que agobiaban las iglesias aun en vida de los apóstoles.

 

Esta mezcla de religión falsa con verdadera ha sido el arma más poderosa de Satanás contra la causa de Cristo. Es por esto que nos urge aprender a distinguir entre la religión falsa y la verdadera; entre emociones y experiencias que realmente nacen de la salvación, y las imitaciones que aunque externamente atractivas y creíbles, son falsas.

Fracasar a la hora de distinguir entre la religión falsa y la verdadera trae consecuencias terribles. Por ejemplo:

1. Muchos ofrecen a Dios una adoración falsa la cual piensan que le es aceptable, pero que El rechaza.

2. Satanás engaña a muchos en cuanto a la condición de sus almas, de esta manera los arruina eternamente. En algunos casos, satanás hace que las personas piensen que son extraordinariamente santas, cuando en realidad no podrían ser más hipócritas.

3.Satanás daña la fe de creyentes verdaderos, mezclando con ella corrupciones y deformidades, hace que los creyentes se enfríen en sus emociones espirituales. A otros confunde con grandes dificultades y tentaciones.

4. Cuando los enemigos empedernidos del cristianismo ven a la iglesia tan corrompida y distraída, cobran ánimo.

5.Bajo la ilusión de que con su pecado están sirviendo a Dios, los hombres pecan con desenfreno.

6. Aún, los amigos del cristianismo engañados por las enseñanzas falsas, adelantan sin darse cuenta, la causa de sus enemigos. Bajo la ilusión de estar avanzando el cristianismo, son mucho más eficaces en destruirlo que los propios enemigos.

7. Satanás divide al pueblo de Cristo y lo pone a pelear entre sí. Los cristianos riñen con gran fervor, como si esto fuera celo espiritual. El cristianismo se degenera en disputas sin sentido. Los partidos en pugna se abalanzan a extremos opuestos, dejando casi en el olvido el camino correcto que queda en medio de los dos.

Cuando los cristianos ven las terribles consecuencias de la religión falsa que se hace pasar por la verdadera, sus mentes se inquietan. No saben a dónde mirar, ni qué pensar. Muchos dudan que pueda haber algo real en el cristianismo. El ateísmo, la incredulidad y la herejía empiezan a extenderse. Por estas razones es vital que hagamos todo lo posible para entender la naturaleza de la religión verdadera. Hasta haberlo hecho, no podremos esperar que los avivamientos duren mucho, ni sacaremos mucho provecho de nuestras discusiones y debates religiosos, ya que ni siquiera sabremos a favor de qué discutir.

Mi propósito en este libro es contribuir en lo que pueda al entendimiento de la religión verdadera. Me propongo mostrar la naturaleza y las señales de la obra del Espíritu Santo en la conversión de los pecadores. También buscaré explicar cómo podemos distinguir la obra del Espíritu de todo aquello que no es una verdadera experiencia salvífica. Si lo logro, espero que este libro ayude a promover los intereses del cristianismo genuino.

Que Dios acepte la sinceridad de mis esfuerzos, y que los verdaderos seguidores del manso y amoroso Cordero de Dios reciban mi ofrenda con oración y con mentes abiertas.

Jonathan Edwards

PARTE PRIMERA
LA NATURALEZA DE LAS EMOCIONES Y SU IMPORTANCIA EN EL CRISTIANISMO
Comentarios Introductorios

El apóstol Pedro, refiriéndose a la relación entre los cristianos y Cristo, dice: “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;” (1 Pedro 1:8)

El versículo anterior aclara que los creyentes a quienes Pedro escribía estaban sufriendo persecución. El aquí observa cómo su cristianismo les afectaba durante estas persecuciones. Menciona dos señales claras de que su cristianismo era genuino:

1. Amor por Cristo. “A quien amáis sin haberle visto.” Los no cristianos se aterraban de ver que los cristianos estuvieran dispuestos a exponerse a semejantes sufrimientos, dejando atrás los deleites y las comodidades de este mundo. Para sus vecinos no creyentes, estos cristianos parecían locos. Se portaban como si se odiaran a sí mismos. Los incrédulos no veían nada que los inspirara a sufrir así. A la verdad, los cristianos tampoco veían nada con sus ojos terrenales. Amaban a alguien a quien no podían ver. Amaban a Jesucristo, Porque lo veían espiritualmente, aunque no físicamente.

2. Gozo en Cristo. Aunque sus sufrimientos externos eran terribles, sus gozos espirituales internos eran mayores. Estos gozos los fortalecían y los capacitaban para sufrir con buen ánimo. Pedro recalca dos cosas en cuanto a este gozo. Primero, nos dice su origen. Era producto de la fe. “En quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable.” En segundo lugar, nos describe la naturaleza de este gozo: “inefable y glorioso”. Era gozo que no se podía expresar porque era tan diferente de los gozos del mundo. Era puro y celestial. No había palabras para describir su excelencia y dulzura. Era inefable también en el sentido de que Dios lo había derramado sobre su pueblo atribulado en tanta abundancia, que era imposible definir su alcance.

Ahora, la doctrina que Pedro nos está enseñando es esta: La verdadera religión consiste principalmente de emociones santas.

Pedro selecciona las emociones de amor y gozo cuando describe la experiencia de estos cristianos. Recuerde, está hablando de creyentes que estaban sufriendo persecución. Sus sufrimientos estaban purificando su fe, haciendo que fuera “hallada en alabanza, gloria, y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (v. 7). Estaban, por lo tanto, en una condición espiritual saludable, y Pedro resalta su amor y gozo como evidencias de esta salud espiritual.

¿Qué son las Emociones?

Se podría hacer en este momento la pregunta: “¿Precisamente a qué se refiere usted cuando habla de emociones?”

Mi respuesta sería la siguiente: “Las emociones son las actuaciones enérgicas e intensas de las inclinaciones y la voluntad del alma.”

Dios ha dado al alma humana dos capacidades centrales. La primera es entendimiento a través del cual examinamos y juzgamos las cosas. La segunda capacidad nos permite observar las cosas, no como espectadores indiferentes, sino como quienes, agradados o no agradados, gustando o no gustando, las aprobamos o rechazamos. A veces llamamos a esta segunda capacidad inclinación. En su relación a nuestras decisiones, solemos llamarla la voluntad. Cuando la mente ejerce su inclinación o voluntad, nos es común referirnos a la mente como el corazón. Las capacidades del alma son, pues, las del entendimiento, y de la voluntad para responder a aquello que entiende.

Hay dos maneras en las cuales los seres humanos respondemos con nuestras voluntades:

a) Podemos acercarnos a las cosas que vemos, gustando de ellas y aprobándolas.

b) Podemos alejarnos de las cosas que vemos, y rechazarlas. Estos actos de la voluntad, claro, difieren grandemente en grado de intensidad. Hay inclinaciones de gusto o disgusto que apenas logran movernos de una total apatía. Hay otras en que el gusto o el disgusto es más fuerte hasta el punto de ser tan fuerte que nos lleva a actuar con propósito y energía.

A estas actuaciones enérgicas e intensas de la voluntad llamaremos “emociones”.

La religión verdadera tiene mucho que ver con las emociones

¿Quién puede negar que la verdadera religión tenga como ingrediente fundamental las emociones, esas acciones vigorosas y enérgicas de la voluntad? La religión que Dios requiere no consiste de emociones debiluchas, pálidas, y sin vida que escasamente logran desalojarnos de la apatía. En su palabra Dios insiste en que seamos serios, espiritualmente enérgicos, teniendo nuestros corazones vigorosamente comprometidos con el cristianismo. Tenemos que ser “fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos12:11). “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma?” (Deuteronomio 10:12). “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:4-5).

Esta participación viva y vigorosa del corazón en la verdadera religión viene como resultado de la circuncisión espiritual, o regeneración, a la cual pertenecen las promesas de la vida. “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (Deuteronomio 30:6).

Si no tenemos seriedad en nuestro cristianismo, y si nuestras voluntades no están vigorosamente activas, no somos nada. Las realidades espirituales son de tal magnitud que si nuestros corazones han de dar respuesta adecuada a ellas, deberá ser con poder y energía.

No hay campo en el cual el esfuerzo de nuestras voluntades sea tan necesario como lo es en el de las cosas espirituales; aquí, como en ninguna otra parte, es odiosa la tibieza. La religión verdadera es poderosa, y su poder se manifiesta en primer lugar en el corazón. Es por esto que las Escrituras se refieren a la verdadera religión, “el poder de la piedad”, como distinta a las apariencias externas que son tan solo su forma--” tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella...” (2 Timoteo 3:5). El Espíritu Santo es un Espíritu de santa y poderosa emoción en los cristianos genuinos. Por esto, las Escrituras dicen que Dios nos ha dado un espíritu “de poder, de amor, y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Cuando recibimos al Espíritu Santo, las Escrituras dicen que somos bautizados en “Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11).

Este “fuego” representa las emociones santas que el Espíritu produce en nosotros haciendo que nuestros corazones ardan dentro de nosotros (Lucas 24:32).

A veces las Escrituras hacen una comparación entre nuestra relación a las cosas espirituales y aquellas actividades seculares en las cuales los hombres agotan mucha energía. Hablan, por ejemplo, de correr (1 Corintios 9:24), luchar (Efesios 6:12), agonizar por un premio, pelear contra enemigos fuertes (1 Pedro 5:8-9), y librar una guerra (1 Timoteo 1:18). La gracia, por cierto, tiene grados, y hay cristianos débiles en los cuales los actos de la voluntad hacia las cosas espirituales tienen relativamente poca fuerza. No obstante, las emociones de todo cristiano verdadero hacia Dios son más fuertes que sus emociones naturales o pecaminosas. Todo genuino discípulo de Cristo lo ama más que “padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida” (Lucas 14:26).

Dios, quien nos creó, no solo nos ha dado emociones, sino que también ha hecho que sean muy directamente la causa de nuestras acciones. No tomamos decisiones ni actuamos a no ser que el amor, el odio, el deseo, la esperanza, el temor, o alguna otra emoción nos influencie. Esto es cierto tanto en los asuntos seculares como en los espirituales. Es la razón por la cual muchas personas escuchan que la palabra de Dios les habla de cosas de importancia infinita--de Dios y de Cristo, el pecado y la salvación, el cielo y el infierno--sin que tenga efecto alguno sobre sus actitudes o su comportamiento. Sencillamente, lo que oyen no les afecta. No toca sus emociones. Atrevidamente afirmo que jamás verdad espiritual alguna cambió la conducta o la actitud de una persona sin haber despertado sus emociones. Nunca un pecador deseó la salvación, ni un cristiano despertó de frialdad espiritual, sin que la verdad hubiera afectado su corazón. ¡Así de importantes son las emociones!

Las Diferentes Emociones

Las Escrituras, de principio a fin, insisten en que la verdadera religión se encuentra primordialmente en nuestras emociones -en el temor, la esperanza, el amor, el odio, el deseo, el gozo, la tristeza, la gratitud, la compasión, y el celo.

Considerémoslas por un momento:

Temor. Según las Escrituras, el temor piadoso es una parte principal de la verdadera religión. Un nombre que las Escrituras frecuentemente dan a los creyentes es “temerosos de Dios”, o, “los que temen a Jehová”. Por esto la verdadera piedad a veces se conoce como “el temor de Dios”.

 

Esperanza. La esperanza en Dios y sus promesas es, según las Escrituras, una parte importante de la verdadera religión. El apóstol Pablo la menciona entre las tres grandes columnas que conforman la religión verdadera (1 Corintios 13:13). La esperanza es el yelmo del soldado cristiano: “Con la esperanza de salvación como yelmo” (1 Tesalonicenses 5:8). Es el ancla del alma: “La cual tenemos como segura y firme ancla del alma” (Hebreos 6:19). A veces el temor piadoso va unido a la esperanza en definir el carácter del verdadero creyente: “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia” (Salmos 33:18).

Amor. En las Escrituras hay una estrecha relación entre la verdadera religión y la emoción del amor: amor por Dios, por Jesucristo, por el pueblo de Dios, y por la humanidad. Son innumerables los versículos que enseñan esto, y los enfocaremos en el capítulo que sigue. Sin embargo, debemos observar que las Escrituras hablan de la emoción opuesta, la del odio, odio por el pecado como una emoción también importante dentro de la religión verdadera. “El temor de Jehová es aborrecer el mal” (Proverbios 8:13). De acuerdo con esto, las Escrituras hacen un llamado a los creyentes a que demuestren así su sinceridad: “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal” (Salmos 97:10).

Deseo. Las Escrituras a menudo mencionan un deseo santo, expresado en hambre y sed por Dios y por la santidad, como parte importante de la religión verdadera. “Tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma” (Isaías 26:8). “Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmos63:1).“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).

Gozo. Las Escrituras hablan del gozo como una gran parte de la religión verdadera. “Alegraos, justos, en Jehová” (Salmos 97:12). “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4:4). “El fruto del Espíritu es amor, gozo,” etc. (Gálatas 5:22).

Tristeza. Tristeza espiritual, contrición, y quebrantamiento de corazón, conforman una gran parte de la religión verdadera, según las Escrituras. “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo5:4).“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:17). “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15).

Gratitud. Otra emoción espiritual que las Escrituras suelen mencionar es la gratitud, especialmente aquella expresada en la alabanza a Dios. Esta emoción aparece con tanta frecuencia, particularmente en los salmos, que no necesito citar versículos específicos.

Misericordia. Frecuentemente las Escrituras hablan de la compasión o la misericordia como parte esencial de la verdadera religión. Jesús enseñó que la misericordia es una de las demandas más importantes de la ley de Dios: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe”. (Mateo 23:23). De igual manera, Pablo enfatizó esta virtud: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia” (Colosenses 3:12).

Celo. Las Escrituras dicen que el celo espiritual es parte esencial de la verdadera religión. Cristo tenía en mente lograr en los suyos esta actitud cuando murió por nosotros: “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:14).

He mencionado tan solo unos pocos textos de muchos que establecen que la religión verdadera se centra de manera definitiva en nuestras emociones. Si alguno deseara disputar esto, se vería obligado a descartar la Biblia y buscarse alguna otra norma según la cual evaluar la naturaleza de la verdadera religión.

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